Blog de la Asociación Cultural Amigos de la Dehesa de la Villa
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Investigación de fotografías antiguas: la Quinta de los Pinos, 1958

23 de octubre de 2010

Sobre las fotografías antiguas y el proceso de identificación de dos fotografías de 1958 tomadas en los alrededores de la Dehesa de la Villa, en la llamada Quinta de los Pinos.

Las fotografías antiguas esconden en su interior un magnetismo secreto que puede hechizar al que las contempla, atrayendo su atención y fijando su mirada. Es cierto que este mecanismo no funciona con todas las fotografías ni con todas las personas. Depende en gran medida del ojo que las ve, de la actitud del que las mira. En ocasiones, ojeamos una colección de fotografías antiguas y simplemente vamos pasando por ellas sin que ocurra nada más. Pero, de pronto, una de ellas pone en funcionamiento ese magnetismo y nos atrapa; despierta nuestras emociones, bien porque en ella reconocemos personas o lugares que despiertan nuestra nostalgia, bien porque destapa nuestra curiosidad por ver cómo eran antiguamente las gentes o los sitios que nos rodean… y entonces podemos quedar atrapados en ella durante horas. Los que carecen de esta sensibilidad no lo comprenderán jamás, pero los que compartís esta afición sabréis perfectamente de qué os hablamos.

En los últimos años han proliferado en Internet multitud de páginas, foros, blogs… donde deleitarse con fotografías antiguas. La mayoría de ellas están perfectamente identificadas, especialmente las que retratan escenarios y episodios del Madrid histórico. Mucho más difícil resulta hallar fotografías de los antiguamente llamados suburbios o extrarradios y, cuando se encuentran, muchas de ellas no contienen referencias al sitio donde se tomaron, con lo que resulta complejo ubicarlas: la periferia ha cambiado tanto que apenas quedan vestigios que permitan situar la fotografía antigua en el lugar en el que fue exactamente tomada.

Revisando hace tiempo la página Madrileños, Archivo Fotográfico de la Comunidad de Madrid, encontramos un par de fotos. Si bien la única referencia que aparecía era que pertenecían al distrito de Moncloa, un presentimiento nos decía que esas fotografías estaban tomadas cerca de la Dehesa de la Villa. Desistimos al no poder ubicarlas, pero ese magnetismo del que hablábamos ya nos había atrapado. Volvimos sobre ellas con más tiempo y, ahora sí, creemos haberlas situado. Traemos aquí las fotos por tratarse de las proximidades de la Quinta de los Pinos, en terrenos de lo que históricamente fue la Dehesa de Amaniel y un lugar muy vinculado a la Dehesa de la Villa sobre el que en próximas entregas nos ocuparemos en un artículo más detallado.

Fotografía 1: Rebaño de ovejas Moncloa-Aravaca.
(Foto: José Luis Berzal Pérez, 1958; Archivo Fotográfico CAM)

Fotografía 2. Rebaño de ovejas Moncloa-Aravaca.
(Foto: José Luis Berzal Pérez, 1958; Archivo Fotográfico CAM)

La primera pista para ubicar las fotografías la dieron las casitas que, en la fotografía 1, aparecen al fondo a la derecha. Después de comparar con varias fotografías de la zona del antiguo estadio Metropolitano, el estilo de las construcciones parecía ser el mismo. Desafortunadamente, casi todas las casas de lo que fue el Parque Urbanizado Metropolitano en ese tramo han desaparecido y en las vistas actuales no aparecía ninguna. Entonces la pista definitiva la dieron los edificios más altos de la zona izquierda, los que a continuación aparecen sombreados en gris en la fotografía original.

Fotografía 1: sombreados los edificios que permitieron la localización.
 
Comparando con vistas actuales, se puede ver que son los mismos edificios que ocupan la manzana entre las calles Reina Victoria, Beatriz de Bobadilla, Juan Montalvo y Estudiantes, justo enfrente del colegio del Buen Consejo.
 
Vista aérea actual de Bing Maps con el detalle de la manzana que aparece sombreada en la fotografía anterior.
 
Comparando con una vista ampliada de la zona actual, se deduce que la fotografía debe estar tomada desde las estribaciones de la Quinta de los Pinos. El barranco que se aprecia en la fotografía original justo detrás de las ovejas no puede ser sino el actual Paseo de Juan XXIII, por donde antiguamente discurría el arroyo de Amaniel, antes de juntarse con el arroyo Cantarranas. Se puede apreciar, asimismo, el patio del colegio Buen Consejo y delante, los terrenos que quedaban de la histórica Quinta de Buenos Aires, de la que también nos ocuparemos en futuros artículos, hoy ocupados por un parque y edificios entre las calles Justo Dorado, Almansa y Juan XXIII.
 
Vista aérea actual de Bing Maps ampliada a la zona que aparece en la fotografía 1. En el recuadro rojo, la manzana anteriormente detallada; sombreada en azul, la zona desde donde probablemente se tomó la fotografía. Justo debajo, a la izquierda, una referencia a la Quinta de los Pinos.
 
Para completar la identificación, hablamos con un antiguo vecino de la zona, quien nos confirmó la existencia de dos tenadas, majadas o corrales contiguos en los alrededores de la Quinta de los Pinos, más o menos por donde hoy en día están los colegios mayores del Paseo Juan XXIII.
 
Así pues, una vez ubicada la fotografía 1, la fotografía 2, que era prácticamente ilocalizable resulto más sencilla. En este caso, la pista la da el edificio del fondo.
 
Fotografía 2: sombreado el edificio que permitió la localización.
 
Estaba claro que esta fotografía pertenecía a la misma serie que la 1. Así que hubo que revisar detenidamente las construcciones de la zona, y encontramos que coincide con la torre del edificio La Almudena, antiguo Colegio de Huérfanos de Médicos, hoy Facultad de Educación de la UCM.
 
Vista aérea actual de Google Street View con el detalle del edificio sombreado en la fotografía anterior.
 
La fotografía original estaría tomada, por tanto, desde la calle Rector Royo Villanova, más o menos en lo que hoy en día es el Colegio Mayor Mendel. El edificio que se ve detrás de las ovejas sería, pues, la torre izquierda de la Facultad de Educación vista desde ese punto.
 
Vista aérea actual de Bing Maps ampliada a la zona que aparece en la fotografía 2. En el recuadro rojo, el edificio anteriormente detallado; sombreada en azul, la zona desde donde probablemente se tomó la fotografía. Se ha ampliado la vista para ver, en el margen inferior, la referencia a la Quinta de los Pinos.
 
Sorprende ver lo muchísimo que ha cambiado la zona. Sorprendente, asimismo, fue ver que el topónimo Quinta de los Pinos, que creíamos prácticamente olvidado excepto en la memoria de los más antiguos, sigue apareciendo en los mapas actuales de Bing Maps.

Este artículo continúa en Fotografías antiguas: ovejas en la Quinta de los Pinos, 1958 (Cont.) – José Luis Berzal, donde contamos cómo, a raíz de este primer artículo, José Luis Berzal contactó con nosotros para ofrecernos más fotografías de su colección y donde se publican el resto de imágenes de su serie sobre las ovejas en la Quinta de los Pinos.

Nota a los lectores: esperamos que hayáis disfrutado con la lectura de este artículo tanto como nosotros durante la investigación. Desde estas páginas animamos a todos aquellos que tengan fotografías antiguas de la Dehesa y sus alrededores a que nos las remitan para su estudio y, si así lo desean, su posterior divulgación.
 
Si tienes alguna fotografía antigua de la Dehesa o alrededores y quieres que la publiquemos o si desconoces dónde está tomada y quieres que te ayudemos a situarla, envíanos un mensaje a través de nuestro formulario de contacto.

08-09-2011 - Actualización.
Editamos el artículo para incluir un análisis de algunos otros edificios de la zona que complementan y completan la identificación de la fotografía original. La comparativa nos ha sido enviado por Ángel Trujillo, experto conocedor del antiguo Stadium Metropolitano, al que agradecemos la aportación que nos ha realizado.

Estudio comparativo con la identificación de algunos de los otros edificios que aparecen en la fotografía de J.L. Berzal.
(Cedido por Ángel Trujillo)

Compromiso vecinal con la Dehesa de la Villa: la Dehesa de Mariano

14 de octubre de 2010

Sobre la relación de los vecinos con la Dehesa de la Villa.

La Dehesa de la Villa es, probablemente, uno de los espacios verdes de Madrid más mimado por sus vecinos. La participación popular, tanto a través de colectivos y asociaciones vecinales como a título individual, ha sido una de las características permanentes y más destacables de la Dehesa. La Dehesa es vivida intensamente por muchos de sus vecinos; no en vano, este trozo de naturaleza en plena ciudad a muchos de ellos, especialmente a los más mayores, les trae recuerdos del campo y sus orígenes rurales.

Y, como "para muestra, bien vale un botón" nos hacemos hoy eco del reportaje que madridiario.es publicó la semana pasada sobre Mariano, vecino octogenario de la Dehesa, que desde hace catorce años cuida los árboles que él mismo plantó. Eso sí, en coordinación con los técnicos del Ayuntamiento y el agente Medioambiental y siguiendo sus directrices, pues no se trata de que cada vecino plante y riegue por su cuenta.

La Dehesa de Mariano.
05-10-2010 - madridiario.es. Carmen M. Gutiérrez - Fotografías: Diego Sánchez

La Dehesa de la Villa es de todos los madrileños, pero hay uno que la disfruta más que los demás. Se trata de Mariano Hermira, un octogenario que plantó y cuida las encinas y pinos de una vaguada de esta zona verde de Madrid.

En la Dehesa de la Villa, desde hace más de una década y pese a ser propiedad del Ayuntamiento de Madrid, hay un rincón situado entre la Fuente de la Tomasa y el Ciemat que pertenece, al menos sentimentalmente, a Mariano Hermira, un vecino de 81 años.

"Empecé a plantar árboles hace 14 años, cuando me jubilé. Vi a una pareja regando un árbol con una botella y me dije que ese gesto no era suficiente", explica el hombre, menudo, cano y de ojos ilusionados. En ese momento, comenzó a pensar que tenía que hacer algo por la Dehesa de la Villa y aprovechó una plantación del Ayuntamiento para pedir permiso al responsable de la misma y colocar 47 árboles en una zona de vaguada que estaba casi yerma. La única condición que le pusieron fue que los cuidara él.

Desde entonces, Mariano riega sus árboles y cuando alguno no consigue salir adelante, lo sustituye por otro. Siempre planta pinos piñoneros y encinas, las dos especies más comunes del parque, gracias a los ejemplares que le regalan otros usuarios o consigue él. "Los cuido como si fuera una madre buena", dice tras asegurar que todos los sábados a primera hora de la mañana acude al lugar para que los árboles más jóvenes tengan el agua que necesitan para crecer.

Los grandes ya no los riega, porque el agente medioambiental de la Dehesa de la Villa le explicó que los que ya han crecido no necesitan más agua que la de la lluvia. "Me dijo que si los regaba crecerían más, pero eso es lo que yo quiero, que estoy ya casi criando malvas", protesta. La realidad es que cumple las indicaciones que le dan los responsables del parque.

Jardinero espontáneo.
"Yo creo que aquí ya me respetan", comenta. Efectivamente, casi todo los asiduos al parque le conocen y saludan, y la zona ha llegado a ser conocida como 'donde Mariano'. También tiene relación con los jardineros, a los que pide cada sábado una manguera para regar, aunque cada vez se lo ponen más difícil por petición de su mujer, ya que tiene los achaques de la edad y ha sufrido problemas de espalda posiblemente por esta afición.

Prácticamente todos los días se puede ver a este hombre entre sus pinos y encinas, controlando su desarrollo y disfrutando del paisaje. Y no lo hace solo por entretenerse. "Esto se ha convertido en una obligación", dice el jardinero espontáneo, que ha sido camarero y transportista antes de jubilarse.

La Dehesa de la Villa no ha sido su única ocupación durante su retiro. También ha conseguido el Graduado Escolar. No había terminado los estudios, pues al acabar la Guerra Civil, cuando era niño, cerraron su escuela y tuvo que dejar Madrid precipitadamente. Este año cursa segundo de Electrónica en el instituto de educación secundaria Virgen de La Paloma. "He empezado a escribir mis memorias en el ordenador", añade Mariano como si lo demás fuera poco.



08-04-2011. Reportaje de Telemadrid sobre Mariano.
El pasado martes, 5 de abril, Telemadrid emitió un reportaje sobre Mariano, con imágenes de sus activiades como estudiante de La Paloma y cuidador de la Dehesa. Un documento gráfico realmente entrañable.

Personajes célebres en la Dehesa de la Villa: Santiago Ramón y Cajal

4 de octubre de 2010

Sobre la casa de Ramón y Cajal en las proximidades de la Dehesa de la Villa, en la calle Almansa, en terrenos que fueron de la histórica Dehesa de Amaniel.

Iniciamos con Ramón y Cajal una serie de artículos sobre personajes célebres vinculados a la Dehesa de la Villa, bien porque vivieron, o viven, en sus proximidades, bien porque su actividad profesional ha estado, de algún modo, relacionada con la Dehesa o sencillamente porque han mostrado públicamente su aprecio por este rincón de Madrid.

Retrato de Ramón y Cajal, hacia 1924.

La vida y obra de Ramón y Cajal se ha publicado extensamente. Así pues, nos centraremos en lo que atañe directamente a la relación de Cajal con la Dehesa y sus alrededores.

Nada mejor para ello que la ponencia “Cajal y su cigarral de Amaniel”, de D. Antonio R. Fernández de Molina presentada en el Ateneo de Madrid el 25 de octubre de 2006 en el ciclo “Cien Años del Nobel a Santiago Ramón y Cajal”. Reproducimos aquí parte de su texto con expreso consentimiento del autor, quien autoriza a la Asociación Cultural Amigos de la Dehesa la Villa a publicarla total o parcialmente en cualquier medio y sin ánimo de lucro con referencia visible del © y del autor. Cualquier uso posterior de este material por terceros deberá ser aprobado expresamente por el autor. Las imágenes que lo ilustran y los pies de que se acompañan no forman parte de la ponencia sino que han sido recopiladas por los autores del blog.

Cajal y su cigarral de Amaniel.
© del texto, Antonio R. Fernández de Molina, reproducido con permiso del autor.

“Cajal pasó la mitad de su vida en Madrid, donde se estableció con 42 años al ganar su cátedra de San Carlos en 1892. […] al poco de llegar a Madrid Cajal quiso de nuevo disfrutar de la naturaleza como había hecho siempre, y empezó a dar paseos por los alrededores de la ciudad. Estos paseos y sus tertulias de café fueron sus distracciones favoritas en Madrid. Según nos cuenta él mismo, a Cajal le gustaban mucho los alrededores de Madrid. El Retiro, la Moncloa, la Casa de Campo, Amaniel, la Dehesa de la Villa y el Pardo, son de lo más pintoresco que poseemos en España, nos dice Cajal.

En estos paseos por las afueras de Madrid, debió Cajal empezar a ilusionarse con tener una pequeña casa en algún lugar apartado con vistas a la sierra. Y la ocasión se le presentó al volver del viaje que hizo a los Estados Unidos, en el verano de 1899, invitado por la Universidad Clark de Massachussets, cuando ya era una autoridad destacada en el mundo de la ciencia. […] Cómo no sería este viaje para Cajal, que al poco de regresar, durante el otoño y el invierno de aquel año, su corazón se resintió, y Cajal se quedó asténico y con el ánimo abatido. Al encontrarse de esta manera, le entraron muchas ganas de irse al campo y hacerse de una vez su casita en las afueras de Madrid. Una casa donde pudiera ver la sierra de Guadarrama desde sus ventanas y mirar a sus anchas el cielo y las estrellas por la noche y recuperarse con calma, tranquilamente, con la ayuda de la naturaleza.

De los sitios que había conocido en los alrededores, supo elegir con acierto uno de los cerros junto al puente de Amaniel, en un apacible lugar abierto a la sierra y a la Moncloa, que era casi todo campo, con algunas casas y huertas aisladas, aún sin urbanizar y cerca de las entonces barriadas obreras de Bellas Vistas y Cuatro Caminos.”

Barriada obrera de Bellas Vistas hacia 1898.
En la leyenda de la fotografía se indica Calle de Leñeros, que correspondería a la actual calle de Carlos Rubio. En cualquier caso, esta calle y el Paseo de Leñeros, actual calle de Tenerife, eran paso habitual hacia el Camino de Leñeros que constituía la principal vía de acceso a la Dehesa de la Villa desde esta zona. No sería extraño, pues, que en sus paseos hacia la Dehesa Ramón y Cajal transitara por esta calle que, por la proximidad de fechas, se muestra tal y como él la debió conocer.
(Foto: Urbanity)

“Aquí y con todos sus ahorros compró una pequeña huerta y mandó hacerse su modesta casa.”

Recorte de prensa en el que aparece la solicitud de licencia de Ramón Cajal para una casa de nueva construcción en la calle Almansa 25.
(Revista de Arquitectura, 1900; Hemeroteca BNE)

La casa se edificó en muy breve plazo de tiempo, pues según cuenta el propio Cajal, la concesión del Premio de Moscú le sorprendió en su recién estrenada casa de Amaniel; y como se muestra a continuación, la concesión tuvo lugar durante el Congreso Internacional de Medicina de París en agosto de 1900.

Extracto del Acta de la reunión para la concesión del Premio de Moscú, celebrada en la Facultad de Medicina de París, y en la que se le otorga a S. Ramón y Cajal dicho premio, que será concedido durante el Congreso Internacional del 9 de agosto de 1900.
(Universidad Complutense de Madrid)

“La fachada con vistas a la sierra, a la que luego sería la Calle Almansa, tenía dos plantas y sótano, y era la entrada principal; y en la fachada a mediodía el sótano hacía de planta baja, pues la parcela estaba en declive. En este lado, que lindaba con el canalillo, se hizo escalonado la mayor parte del jardín, así como un emparrado y un pequeño invernadero. El canalillo era como llamaban a la acequia que se había hecho para aprovechar el agua sobrante del Canal de Isabel II; canalillo que pasaba junto a la casa de Cajal, serpenteando las lomas de Amaniel y de la Dehesa de la Villa, para regar las huertas del lugar y parte de la rica arboleda que pocos años antes se había plantado por allí.”

Tramo en curva de la Acequia del Norte, nombre oficial de lo que se conocía como Canalillo. Desconocemos la fecha de la fotografía pero muy posiblemente así es como lo conoció Ramón y Cajal.

“Toda esta zona estaba entonces en el extrarradio y algo retirada, pues el ensanche de Madrid que ya avanzaba en otras partes, apenas había empezado por el norte de la ciudad, pues lo impedían, entre otras barreras, varios cementerios. Pero con todo, los domingos y días de fiesta, y cuando el tiempo acompañaba, venía mucha gente de Madrid a disfrutar en la Dehesa y en los populares merenderos de Amaniel, y en el canalillo y la arbolada, y de las huertas y las bellas vistas.”

Detalle del plano de Madrid de 1906 en el que puede verse la calle Almansa.
El final de la calle tiene la numeración 31, por lo que podemos deducir que la casa de Cajal, en el número 25 de la época, era la última de este tramo, haciendo esquina con la conducción del Canal YII. Puede verse, igualmente, el trazado sinuoso del canalillo pasando por detrás de la casa.
(Plano: Álvaro González e Iribas, 1906; Biblioteca Digital CAM)
 
Detalle ampliado de fotografía aérea hacia 1925 donde puede verse la casa de Cajal, marcada con una flecha roja, y más a la derecha puede observarse la tapia que aparece en el plano de Iribas. Puede apreciarse también el acueducto de Amaniel, las numerosas huertas que lo rodeaban y, al fondo, la barriada de Bellas Vistas.
(Foto: Urbanity)

“Y en este ambiente campestre y tranquilo disfrutaba Cajal, combinando, como él nos dice, su ansiada ración de infinito con la bulliciosa alegría festiva del gentío. Aquí en esta casita, a la que también llamaba su cigarral de Amaniel, se instaló Cajal con su familia para recibir el siglo XX. En ella vivió entonces dos años, durante los que no dejó sus clases de San Carlos, a donde iba en esa época en coche de caballos, en un simón.”
Fotografía de la casa de Cajal tomada de un reportaje de la época, en el que se lee:
“Se yergue este retiro del famoso maestro en la calle de Almansa, sobre una elevada pendiente, que por su especial situación domina por el mediodía todo el extenso campo de los Cuatro Caminos: el Canal, el boscaje de unos huertos lejanos, los sembrados, y se columbra, de la misma manera, a las personas que vienen o van a Madrid… La casita es nueva, de dos pisos, de ladrillo rojo, de puerta de hierro. Entráis en el jardín, y desde la puerta del hotel, a la sombra de una parra, en la glorieta junto a la máquina de sacar agua, sentados en un sencillo banco contemplaréis con gran deleite todo el bello panorama que a vuestros ojos se presenta”.
(Foto: Rodrigo, revista Por Esos Mundos, 1904; Hemeroteca BNE)

“En su cigarral de Amaniel y en plena naturaleza, pronto comenzó Cajal a entonarse, respirando el aire tan sano del lugar y los aromas silvestres, de manera que su salud mejoró notablemente. Una vez restablecido y durante el resto de su vida, Cajal siempre que pudo se retiraba a su casita de Cuatro Caminos para disfrutar de la naturaleza, pasear por el campo, y dedicarse a las diversas aficiones que tenía, como observar el firmamento por la noche con su telescopio, hacer fotografías, o cuidar el jardín y la huerta. Cultivando judías, por ejemplo, de lo que nos da consejos, como sembrarlas cada 12 ó 15 días, para tener siempre tiernas; hacerlo cuando pasan los fríos, después de marzo; desmenuzar la tierra una vez nacida la planta; calzar sus pies con tutores, etc.

Otra de las aficiones a las que se dedicó Cajal en su cigarral fue a investigar sobre la psicología de las hormigas. […] En su cigarral de Amaniel, dedicó Cajal muchos ratos a la observación de la conducta de las diversas variedades de hormigas que había por allí, llevando a cabo varios experimentos con el ánimo de precisar la relevancia de sus diferentes órganos sensoriales. Ocupado en estas labores mirmecológicas, pudieron verle con deleite sus familiares, ya pintando de colores a las hormigas con un pincelito para distinguirlas, o tapándoles los ojos para ver cómo se las apañaban, o poniéndoles palitos o rejillas en su camino, o siguiéndolas a oscuras o con ésta o aquella luz, en fin, modificando las condiciones experimentales para valorar los distintos efectos de tales cambios ambientales y perceptivos en las hormigas. Debió disfrutar mucho allí Cajal. […]”

Nota de los autores del blog: para los interesados en los estudios de Cajal sobre las hormigas, recomendamos la lectura del artículo "El cartapacio de Cajal sobre las hormigas" en la Asociación Ibérica de Mirmecología, en el que se recogen anotaciones de Cajal sobre sus observaciones de nidos de hormigas en el Canalillo.
 
“Al poco de acabar la guerra civil, Cajal ya había muerto antes (1934), su hijo menor, Luis, y su familia, fueron a ver como había quedado la casita del abuelo en Cuatro Caminos. Se lo encontraron todo asolado: la casa, el jardín, el invernadero; hierros retorcidos, cristales rotos, muros reventados, paredes ahumadas. Y lloraron juntos de pena, recordando los muy buenos ratos que habían pasado allí en familia. Lo que quedó de la casa tuvo que ser vendido en esos años difíciles y ahora el lugar es un pujante barrio residencial, junto a la Universidad Complutense.”
 
Fotografía aérea actual de Bing Maps de la esquina de la calle Almansa con Pablo Iglesias donde estuvo la casa de Cajal, a la altura del actual número 73 de Almansa.

Y antes de acabar, permítanme expresar mi gratitud a todos los que me han ayudado con esta ponencia: a Angelines Ramón y Cajal, por facilitarme valiosos datos inéditos de su abuelo y por autorizarme las citas; a Adolfo Ferrero de la Asociación Cultural Amigos de la Dehesa de la Villa, por su aliento y por su labor en el Registro de la Propiedad, gracias a la cual sabemos ahora que el Cigarral de Cajal estuvo en el actual número 73 de la Calle Almansa, haciendo esquina con la Avenida de Pablo Iglesias; a María Ángeles Langa, bibliotecaria del Instituto Cajal del CSIC por su estímulo y por su ayuda; y por último a Santiago Arenas, un viejo vecino de Cajal en la calle Almansa, que aunque no llegó a conocerle si recordaba una foto suya que vio en su escuela de Cuatro Caminos, cuando era niño, en la que Don Santiago había escrito una máxima, de la que sólo recordaba el final, pero que siempre fue, me aseguraba emocionado, toda la ciencia que él supo, y es que en España igual que los ríos se pierden en el mar, los talentos se pierden en la ignorancia.”

PD de los autores del blog: salvo, como hemos visto, en la memoria de algún antiguo vecino, nada, ni siquiera una placa conmemorativa, queda en el lugar que recuerde la presencia de Santiago Ramón y Cajal en Amaniel, en la calle Almansa.


Este artículo ha sido seleccionado y publicado por la revista digital La Gatera de la Villa.



Serie Personajes célebres en la Dehesa de la Villa:
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