Sobre un proyecto de 1924 para la instalación de un complejo de recreo en la Huerta del Concejal, en las proximidades de la Dehesa de la Villa.
Ocio y esparcimiento a finales del S. XIX y principios del XX: jardines de recreo y Campos Elíseos.
El concepto de ocio y tiempo libre nace con las sociedades urbanas a lo largo del S. XIX. Anteriormente, en las sociedades agrarias tradicionales el tiempo venía determinado por los ciclos agrícolas y el escaso tiempo no productivo estaba, en lo esencial, organizado por la Iglesia o los poderes públicos. Es con el florecimiento de las sociedades urbanas cuando el tiempo libre deja de ser exclusivo de la nobleza para empezar a formar parte de la vida burguesa, comenzando a perfilarse la idea de ocio como alternativa individual a la actividad profesional. Se requiere para ello la creación de nuevos espacios públicos para la sociabilidad, el esparcimiento y la diversión: se abren grandes avenidas con bulevares; los parques y jardines, hasta entonces adscritos a propiedades señoriales, comienzan a ser accesibles a los ciudadanos, que buscan en ellos espacios para el paseo y el recreo. Aparecen nuevas actividades y proliferan los locales de entretenimiento (teatros, casinos, cafés, cines, bailes, merenderos, etc.); y, por lo que a nuestro artículo de hoy concierne, aparecen los jardines de recreo…
Conocida imagen del Paseo de Recoletos de Madrid que ilustra perfectamente el uso de los espacios públicos como lugares de socialización y entretenimiento a finales del S. XIX y principios del XX.
(Foto: Hauser y Menet, entre 1906 – 1910; Memoria de Madrid)
Eran los jardines de recreo espacios polivalentes de ocio, principalmente dirigidos a las clases acomodadas, si bien hubo algunos otros más populares. Se ubicaban en espacios abiertos a las afueras de las ciudades, generalmente en zonas verdes o en terrenos proyectados para los nuevos ensanches, por lo que muchos de ellos tuvieron un carácter provisional. Concebidos para el verano y parte de primavera-otoño, disponían de amplios jardines y zonas recreativas y de restauración; sus construcciones, generalmente desmontables por ese carácter de provisionalidad comentado, albergaban todos los espectáculos y atracciones al uso de la época (teatro, conciertos, circo, toros, baile, deportes, exhibiciones diversas –globos, monstruos, fieras…-, montaña rusa, etc.).
Se pusieron muy de moda a partir de la segunda mitad del S. XIX y se extendieron prácticamente por todas las grandes ciudades, en muchas de ellas con la denominación de Campos Elíseos (en la mitología griega, lugar delicioso donde se suponía que iban las almas de los que hubieran merecido este premio). Los primeros Campos Elíseos de los que hemos hallado noticia se levantaron en
Barcelona en 1853; los hubo también en
Bilbao,
Cádiz,
Gijón,
Zaragoza… Por su parte, Madrid tuvo sus
Campos Elíseos entre 1864 y 1881 cerca del Retiro (entre las calles Alcalá, Castelló y Velázquez); y, posteriormente, unos
Nuevos Campos Elíseos en el entorno de la Fuente del Berro entre 1900 y 1902.
La Dehesa de la Villa, lugar de expansión para el pueblo madrileño.
No es de extrañar que se planteara la construcción de unos terceros Campos Elíseos en la Dehesa de la Villa, habida cuenta de la popularidad que la Dehesa había adquirido como zona de esparcimiento desde comienzos del S. XX. Recordemos que en febrero de 1901 el Estado había cedido la Dehesa al Ayuntamiento para destinarla a usos benéficos y sociales; además de construir el
Asilo de La Paloma y las
Escuelas Bosque, se abrió la Dehesa para uso y disfrute de todos los madrileños, convirtiéndose enseguida en uno de los espacios de expansión preferidos, especialmente entre las clases menos acomodadas, y lugar de celebraciones populares (
fiesta del árbol,
banquetes de promiscuación, fiestas obreras del Primero de mayo...).
Varias son las razones que explican la popularidad entre las clases más humildes de la Dehesa de la Villa frente a otros parques madrileños, como El Retiro o el Parque del Oeste: la céntrica ubicación de estos otros parques; la prohibición en ellos de dejar entrar solos a los niños, que favorecía a las clases altas cuyos niños accedían acompañados por una legión de
nurses y niñeras; la estrecha vigilancia a que estaban sometidos (se expulsaba a los niños mal vestidos o que andaban solos); un horario estricto de apertura, incompatible con las jornadas obreras; el diseño de los parques urbanos, impecables desde el punto de vista estético, pero impracticables para las actividades de esparcimiento más populares (jugar, tumbarse en el césped, correr, saltar, merendar, etc.)... poderosas razones todas ellas que justifican la preferencia de las clases populares por la Dehesa de la Villa y otras zonas verdes aledañas (La Moncloa, los Viveros de la Villa, el pinar de Puerta de Hierro...).
Curiosa imagen de un domingo en la Dehesa de la Villa: “después de la merienda, un poquito de gallina ciega”.
(Foto: Cervera; Estampa, 1929; Hemeroteca BNE)
Nada mejor que las palabras de Pedro de Répide, cronista oficial de la Villa de Madrid, para resumir “
lo que para la salud y la expansión del pueblo de Madrid significa la Dehesa de la Villa. El aire y el sol que allí se encuentran los domingos millares de personas les sirve para sostenerse durante el resto de la semana en el estrecho ambiente de las viviendas del interior de la capital, y de oficinas y talleres. Sanatorio para los dolientes, lugar de reposo para los fatigados, paraje amable a los melancólicos y a los enamorados, campo de esparcimiento a los sanos y alegres, que hallan en los pinares un aliento vivificador”.
Los Campos Elíseos de la Dehesa de la Villa.
Localizamos en la Biblioteca Histórica de Madrid (Depósito Colecciones Especiales) la Memoria del proyecto elaborada por la Sociedad, de donde se han sacado los textos entrecomillados que siguen a continuación. A petición nuestra, la Memoria ha sido digitalizada y puede consultarse en Memoria de Madrid.
En 1924 se crea en Madrid la Sociedad Anónima Campos Elíseos de la Dehesa de la Villa, con el objeto de construir un “
Parque de recreos dentro del alcance de todas las fortunas” en terrenos de la Huerta del Concejal, en las proximidades de la Dehesa.
La Sociedad estaba dirigida por el Marqués de Astorga (Presidente) y Federico García-Patón (Vicepresidente), e integrada por Agustín Gallego, Niceto García y García, Cecilio Isasi, Félix Martínez Verdet, Jesús Martínez Bernaldo de Quirós, Alejandro Mendoza, Miguel Almoneda y Federico Villar Guerra (Vocales). Se constituyó con un capital social de un millón de pesetas, dividido en 2.000 acciones de 500 pesetas, que pretendían fueran suscritas por los propietarios, comerciantes, industriales y vecinos de Cuatro Caminos, Bellas Vistas, Dehesa de la Villa, Peña Grande, Fuencarral… motivándoles con que “
dejando aparte el remunerador interés que ha de producirles el capital que suscriban deben considerar las ventajas inmensas y enormes beneficios que reportan siempre estos negocios de atracción de grandes masas de público”.
Veían la oportunidad de negocio en el hecho de que Madrid, por aquel entonces “
una capital de más de un millón de almas […]
no cuenta en sus alrededores, como otras grandes poblaciones extranjeras, con un gran Parque de recreos […]
dotado de toda clase de diversiones instaladas en lugares y edificios adecuados a su objeto dentro de cada época del año; parque donde los miles y miles de personas que buscan esparcimiento para el ánimo y oxígeno para los pulmones encuentren, en los días festivos, en las tardes de primavera y otoño y en las calurosas noches de verano, lugar espacioso y alegre donde realizar tan natural deseo.”
Ubicación: la Huerta del Concejal.
Se escogió la Dehesa de la Villa porque “
a sus condiciones de salubridad e higiene une las de la belleza del paisaje […]
rodeado de frondosos pinares, orientado con grandiosas vistas a la Sierra del Guadarrama”. Otro factor determinante para la elección del entorno de la Dehesa era su “
fácil y económico acceso desde el centro de la urbe […]
unido a la Glorieta de Cuatro Caminos (estación terminal del Metro) por las amplias y bien urbanizadas calles de Bravo Murillo y Francos Rodríguez, en una extensión de dos kilómetros y medio que recorren los tranvías en siete minutos, y cruzado por las carreteras de El Pardo y Peña Grande”.
En concreto, pretendían ubicarlo en la denominada Huerta del Concejal, “
una hermosa finca situada en la antigua Carretera de Peña Grande (hoy Avenida de Alfonso XIII), a 200 metros de los Asilos de La Paloma, colindante con los pinares y con agua abundante por estar cruzada por el canalillo”.
Ubicación de los Campos Elíseos de la Dehesa de la Villa.
(Plano: autor ilegible, 1924; Memoria de Madrid)
La Huerta del Concejal era una extensa finca en las inmediaciones de la Dehesa, poblada de “
árboles frutales y de sombra, de toda clase de rosales y otra gran variedad de flores”. De entre las numerosas huertas que poblaban la zona, era una de las más importantes; no en vano dio nombre a una de las paradas del tranvía a Peña Grande, cuya historia puede consultarse en
Historias Matritenses (
Tranvía de La Paloma (I),
Tranvía de La Paloma (II) y
Tranvía de La Paloma (III)).
Localización de los Campos Elíseos y la Huerta del Concejal.
Para poder comparar, se ha tenido que rotar el plano de la memoria a orientación norte (izquierda); se ha recortado la silueta del original y se ha realizado una transposición a escala sobre una vista aérea actual (plano de la derecha), donde se ha sombreado en azul la ubicación: lindaba al este con las actuales Avenida de Trajano (denominada en la Memoria Avda. de Alfonso XIII, nombre que mantuvo hasta 1941), la calle Isla de Oza, (el original camino o carretera a Peña Grande) y la calle Antonio Machado; al oeste, lindaba con la actual calle Isla Alegranza y el canalillo; al norte, se extendería más allá de Isla de Oza, ocupando parte de la actual manzana entre las calles de Federico Carlos Sainz de Robles y Antonio Machado; al sur, limitaría con la calle Nueva Caledonia.
(Montaje de elaboración propia sobre Ortofotomapa Total Comunidad 2011; Planea CAM)
Instalaciones.
Se pretendía dotar al complejo de ocio de las siguientes instalaciones (las letras indican su ubicación en el mapa original):
A) Campo de fútbol: proyectado en una superficie de 106 m de longitud por 74 m de ancho, capaz de albergar hasta 20.000 espectadores en localidades numeradas.
(Dibujo: autor ilegible, 1924; Memoria de Madrid)
B) Plaza de toros: sobre una superficie de 30 m de diámetro de redondel, por 70 m de diámetro exterior, tendría capacidad para 10.000 espectadores en localidades numeradas. Al igual que el campo de fútbol, dispondría de iluminación artificial para festivales nocturnos ya que, además de albergar novilladas “
con afamados novilleros y buenas ganaderías” serviría también como recinto para bailes, cine, conciertos, fuegos artificiales, romerías, lucha grecorromana, boxeo…
(Dibujo: autor ilegible, 1924; Memoria de Madrid)
C) Piscina de natación: de 66 m de longitud por 20 m de anchura, con pabellón y departamentos para duchas y baños calientes.
D) Restaurante: el proyecto incluía también un original restaurante, con capacidad para 800 comensales, en forma de vapor trasatlántico fondeado en el centro de un estanque de 3.000 m3 de agua. Además de las comidas, se darían también en él fiestas amenizadas por las orquestas de moda en la época.
(Dibujo: autor ilegible, 1924; Memoria de Madrid)
E) Pistas de tenis: contaría asimismo con diversos y espaciosos campos de tenis, con un original kiosco para cervecería y chocolatería.
F) Vaquería: el complejo proyectaba también “
una artística vaquería con establos montados con arreglo a los más modernos adelantos de salubridad e higiene”.
Por último, se construiría un templete para banda de música, un frontón de pelota y un “
corro de bolos al estilo montañés”.
Planificación.
El propósito era abrir el parque, el bar-restaurante y la vaquería de inmediato, aprovechando provisionalmente edificios existentes en la Huerta del Concejal.
Para el resto de las instalaciones, se proyectaba comenzar las obras en enero de 1924, planificándose la inauguración escalonada de las instalaciones a medida que se fueran terminando: el campo de fútbol, en abril de ese mismo año; el barco-restaurante, en junio; y la plaza de toros, para la temporada de otoño.
Resultado.
Que sepamos, el proyecto no prosperó. No sabemos si por problemas con las licencias, falta de acuerdo con la propiedad de la Huerta del Concejal o porque no se cubrió la suscripción de acciones de la Sociedad.
Sin embargo, una noticia de prensa de febrero de ese mismo año de 1924 curiosamente hace referencia a los Campos Elíseos de la Dehesa de la Villa. Al detallar el recorrido del Campeonato Nacional de ‘Cross-country’ de ese año, que transcurría por terrenos de la Dehesa y aledaños (Metropolitano, Cantarranas, Moncloa, Puerta de Hierro…), se menciona la piscina y casas de los Campos Elíseos.
Fuera de ésta, no hemos hallado ninguna otra referencia a los Campos Elíseos. Es posible que, tal como estaba previsto inicialmente, se iniciara alguna actividad en los edificios existentes en la Huerta del Concejal y se hiciera algún tipo de promoción del parque de recreo, de ahí que apareciera mencionado en el recorrido del cross apenas un mes después de publicada la Memoria. En cualquier caso, una revisión detallada de las vistas aéreas de los ortofotomapas de épocas posteriores no permite vislumbrar la existencia del complejo de ocio tal como fue proyectado.
Pozo hallado en un solar próximo al canalillo, en terrenos que fueron de la Huerta del Concejal. Aunque no lo hemos podido confirmar, bien pudo haber pertenecido en su día a la Huerta del Concejal.
(Foto: A. Morato, 2012)
Tampoco queda en el recuerdo de los vecinos del lugar ningún rastro de los proyectados Campos Elíseos. Sí permanece en su memoria la Huerta del Concejal (también conocida por algunos como Huerta de la 'Conce', por una de las guardesas que tuvo); se mantuvo en funcionamiento hasta los años 60-70 del pasado siglo, despareciendo para dejar paso a viviendas, al paseo del canalillo, al parque y campos de deporte que actualmente existen sobre el túnel de Sinesio Delgado, entre Isla de Oza y Antonio Machado.
Resultaría en vano plantearse en esta ocasión, a diferencia de como hemos hecho con otros
proyectos no realizados, si se habría salido ganando o perdiendo de haberse llevado a cabo los Campos Elíseos. No hay más que ver lo ocurrido con otros parques de recreo similares que hubo en Madrid y cómo el desarrollo urbano ha transformado toda la zona alrededor de la Dehesa de la Villa para intuir que, de ningún modo, los Campos Elíseos hubiesen llegado hasta nuestros días.
Arriba, dos imágenes de los terrenos de la Huerta del Concejal en pleno proceso de urbanización allá por la década de los 80. A la izquierda, vista hacia el norte: se puede apreciar la calle Antonio Machado, el final de la calle Aguilar de Campoo y, al fondo, el Barrio del Pilar. A la derecha, vista hacia el sur, hacia la Dehesa de la Villa: se pueden apreciar unas casas muy representativas que aún permanecen en las calles Islas Marianas, Aviador Franco e Isla Alegranza.
(Fotos: F. Álvarez, entre 1979 - 1989)
En el medio, más o menos esos mismos escenarios en la actualidad.
(Fotos: A. Morato, 2012)
Debajo, los terrenos de la Huerta del Concejal entre Isla de Oza, Federico Carlos Sainz de Robles y Antonio Machado en la actualidad. Entre los edificios aún se divisan las “grandiosas vistas a la Sierra de Guadarrama”, tal como indicaba la Memoria de los Campos Elíseos de la Dehesa de la Villa en 1924.
(Foto: A. Morato, 2012)
Bibliografía:
- Amigos de la Dehesa (2010): Expediente sobre la revisión de la cesión de la Dehesa de la Villa o de Amaniel
- Ariza Muñoz, C. (1988): Jardines de recreo en Madrid: los llamados Campos Elíseos
- Ariza Muñoz, C. (2001): Jardines que la Comunidad de Madrid ha perdido
- Moral Ruiz, C. (2001): Ocio y esparcimiento en Madrid hacia 1900
- Pozo Andrés, M. M. (1993-1994): Utilización de parques y jardines como espacios educativos alternativos en Madrid (1900-1931)
- Rodríguez de la Croix, L. (1924): Campos Elíseos de la Dehesa de la Villa. Memoria
- Sánchez Menchero, M. (2009): Cinco cuadros al fresco. Los jardines de recreo en Madrid (1860-1890)
- Villacorta Baños, F. (2001): Madrid, 1900. Sociabilidad, ocio y relaciones sociales