Herrerillo capuchino (Lophophanes cristatus).
Pepe y Gonzalo Monedero
El herrerillo capuchino, incluido en la familia de los páridos, puede ser observado durante todo el año en la Dehesa de la Villa. A pesar de ser un ave sedentaria y que soporta con gran fortaleza las inclemencias meteorológicas del invierno, su avistamiento resulta más sencillo durante los meses invernales debido a que sus poblaciones pueden verse incrementadas por la llegada de congéneres procedentes de regiones más septentrionales.
En la Península Ibérica encontramos dos subespecies: mitratus, presente en centro y norte de Europa y centro peninsular; y weigoldi, más pequeña y oscura, presente en el suroeste peninsular. Por tanto, la subespecie habitual en la Dehesa es la mitratus.
Inquieto y curioso, explora sin descanso todo tipo de superficies, principalmente la corteza, las hojas y las ramas de árboles, en busca de alimento. Además, durante los meses de otoño e invierno, suele agruparse frecuentemente con otros páridos, mosquiteros y reyezuelos que en conjunto forman bandos mixtos bastante bulliciosos.
En cuanto a sus características morfológicas, este pequeño pajarillo presenta una cresta larga y apuntada de color blanco y negra, que le hacen inconfundible, que puede elevar y bajar a voluntad según su estado de ánimo. La cabeza, con un pulcro dibujo blanco y negro, presenta una notable corbata o babero negro que se prolonga a modo de collar. Por el contrario, el dorso, las alas y la cola son de color pardo oscuro que contrasta con los flancos, pecho y vientre, de tono ocre y blanquecino. No presenta dimorfismo sexual. Los jóvenes antes de la muda otoñal, difieren de los adultos por tener la cresta más corta con plumas pardo-grisáceas, y la marca de color negro del mentón y garganta teñida de parduzco.
(Foto: G. Monedero, 2015) |
A lo largo del año, se alimenta tanto de semillas como de invertebrados, principalmente arañas e insectos, siendo éstos últimos una parte fundamental en su dieta. Al igual que el carbonero garrapinos (Periparus ater), almacena semillas e insectos en lugares escondidos a modo de despensas para afrontar las inclemencias meteorológicas, sobre todo del invierno.
El periodo reproductivo comienza desde finales de marzo y se prolonga hasta finales de mayo, principios de junio. En la Península Ibérica suelen tener dos puestas a diferencia del resto de Europa, donde sólo crían una vez al año. El nido, elaborado por ambos sexos y tapizado con musgo, telarañas, pelo, plumas y lana, se ubica principalmente en huecos naturales de troncos y tocones. Suelen ocupar con facilidad las cajas-nido artificiales, y esto parece ser que ha favorecido su expansión en algunas zonas de la Península Ibérica donde no hay abundancia de huecos para que nidifique.
Al igual que la mayoría de los páridos, prefiere los bosques de coníferas, ya sean naturales o plantados, como hábitat principal. No obstante, también abunda en otro tipo de bosques perennes, como encinares y alcornocales, y caducifolios, observándose con relativa facilidad en áreas ajardinadas.
Herrerillo capuchino en la Dehesa de la Villa (Foto: G. Monedero, 2015) |
Al ser una especie bastante confiada no es difícil observarla, aunque no es tan abundante en la Dehesa de la Villa como otros páridos. Como son muy inquietos y se están moviendo constantemente en busca de alimento, hay que tener paciencia y buen tino para ir siguiéndola con los prismáticos. Es una especie nidificante en la Dehesa donde hay citas de cría.
Serie Conoce las aves de la Dehesa de la Villa:
1 - Papamoscas cerrojillo
2 - Curruca capirotada
3 - Petirrojo europeo
4 - Lavandera blanca
5 - Mosquitero común
6 - Reyezuelo listado
7 - Golondrina común
8 - Vencejo común
9 - Pito Real
10 - Mochuelo europeo
11 - Cotorra argentina
12 - Mito
13 - Colirrojo tizón
14 - Verdecillo
15 - Mirlo común
16 - Carbonero garrapinos
17 - Herrerillo capuchino
18 - Paloma torcaz
19 - Gorrión común