Sobre el segundo año de vida del blog de los Amigos de la Dehesa de la Villa.
Otro año ha pasado y aquí estamos de nuevo, tal como hicimos el anterior, para echar la vista atrás y ver qué ha dado de sí.
En general, nos sentimos satisfechos de la labor realizada. Los comentarios que nos envían nuestros lectores nos siguen dando ánimo para continuar y las estadísticas, aunque no son más que fríos números, corroboran que vamos por la buena dirección. A lo largo de este segundo año, hemos superado las dos mil visitas al mes, lo que no está nada mal para un blog que no es generalista sino circunscrito a un espacio concreto de Madrid. Esta mayor visibilidad que el blog le proporciona a la Asociación ha redundado en un incremento del número de asociados y un mayor alcance de nuestra labor divulgativa.
Nos enorgullece también comprobar que el número de colaboraciones ha ido creciendo y, avalados por la línea de rigor y calidad que pretendemos seguir en nuestras publicaciones, nos ha sido más sencillo conseguir permiso para reproducir textos e imágenes así como recabar la colaboración de auténticos expertos en las diferentes materias que tratamos.
Sirva, pues, este artículo como guía resumen de lo publicado durante el año:
- Naturaleza: gracias a la colaboración de Andrés Revilla, hemos continuado con nuestra serie Botánica para todos: lecciones detalladas y amenas sobre la vegetación de la Dehesa. Seguimos también editando la Guía micológica, de José Castillo, Josetas, con nuevas fichas de setas y ya van 25. También nos hemos ocupado de la fauna, completando la serie de Diarios de campo, de Pepe Monedero, publicando el inventario de las aves anilladas durante 2011 y haciendo también un hueco a esos animales más pequeños de los que solemos olvidarnos cuando hablamos de fauna, los insectos. Por último, cabe mencionar también un par de artículos en los que hemos entrelazado historia y naturaleza, como los de la encina de la antigua Universidad Central y su relación con la primitiva Dehesa de Amaniel, o los de los moluscos citados en el Manzanares y arroyo del CIEMAT, en terrenos que fueron de la Dehesa de la Villa.
- Actualidad: hemos continuado informando de lo que acontece en el día a día de la Dehesa a través de artículos específicos con las noticias más relevantes así como de las acciones realizadas a través de la Mesa de participación ciudadana.
- Actividades: el blog nos ha servido también para comunicar las principales actividades en la agenda cultural y de ocio relacionada con la Dehesa y para dejar constancia de algunas de las que la Asociación ha organizado o colaborado en ellas (plantación vecinal, visitas guiadas, II Testing Fotográfico, álbum colectivo...).
- Historia: y, como no podía ser menos, también nos hemos ocupado de hechos y episodios históricos acontecidos en la Dehesa y sus alrededores, y se han rescatado espacios y lugares del olvido. Así, hemos recuperado algunos proyectos que hubo para la Dehesa de la Villa (Vaquería en la Curva de la Muerte, complejo de ocio Campos Elíseos). Nos hemos hecho eco de efemérides y episodios históricos, algunos de ellos curiosos, como los 50 años de AEMET prediciendo el tiempo desde la Dehesa de la Villa, otros alegres, como el gordo de la lotería del niño que cayó en Bellas Vistas, y otros no tanto, como los relacionados con la Guerra Civil: el desfile del Batallón de Acero por Francos Rodríguez y la Dehesa y el hallazgo de un obús sin explotar en la calle Adrián Andrés. Hemos añadido a nuestra galería de personajes ilustres los perfiles de Antonio Escobar Burgos y de las hermanas Ofelia Nieto y Ángeles Ottein, y hemos profundizado un poco más en el del naturalista Antonio de Zulueta. Hemos descubierto que la beneficencia tuvo unos establos de Gota de Leche al lado de la Paloma, nos hemos dado un baño en la piscina Tritón, una de las históricas de la Dehesa, y tomado un refrigerio retrospectivo en los merenderos y quioscos históricos de la Dehesa y alrededores. Y, por fin, hemos comenzado a saldar la deuda que teníamos con uno de los elementos más emblemáticos de la Dehesa, los capirotes, con un extracto del vídeo que se proyecta en el Museo de los Caños del Peral y un primer artículo, a modo de introducción sobre el Viaje de agua de Amaniel al que, de la mano de Pedro Martínez Santos, iremos dando continuidad.
Toda una suerte de temas, como puede verse, para despertar la curiosidad de nuestros lectores con el propósito de que cada uno haya podido encontrar al menos algo de su interés. Esperamos haberlo conseguido y poder seguir unos cuantos años más investigando y divulgando acerca de nuestra querida Dehesa de la Villa, que es la de todos.
Ahora, permítasenos tomar un periodo de asueto estival. Prometemos volver en septiembre.
De la Dehesa de Amaniel a la Dehesa de la Villa: actualidad, historia,
curiosidades y anécdotas de la Dehesa y barrios de alrededor.
Asociación Cultural Amigos de la Dehesa
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29 de julio de 2012
11 de julio de 2012
AEMET: 50 años prediciendo el tiempo desde la Dehesa de la Villa
Sobre la sede central de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), inaugurada hace 50 años en la Ciudad Universitaria, en terrenos que fueron de la Dehesa de Amaniel o de la Villa.
En nuestro propósito de investigar y divulgar la historia de la Dehesa de la Villa, nos fijamos hoy en el edificio de la sede central de AEMET, sita en C/ Leonardo Prieto Castro, 8, en terrenos que actualmente pertenecen a la Ciudad Universitaria y en su día formaron parte de la Dehesa de Amaniel o de la Villa.
Traemos para ello un artículo de Manuel Palomares, Jefe del Servicio de Relaciones Internacionales de AEMET, publicado por la Revista del Aficionado a la Meteorología (RAM). Les quedamos muy agradecidos por autorizarnos a reproducir su artículo en nuestro blog.
50 años de la sede central de AEMET
Manual Palomares
Publicado en Revista del Aficionado a la Meteorología, 3-febrero-2012.
Seguir en Twitter @RAM_meteo y en facebook RAMmeteorologia.
El próximo 125º aniversario de la creación del Servicio Meteorológico español, actualmente la “Agencia Estatal de Meteorología”, puede eclipsar un poco otra efeméride del año 2012: los 50 años desde la inauguración del edificio de su sede central en la Ciudad Universitaria de Madrid. En el ya veterano edificio han pasado largos años de trabajo varias generaciones del personal de la Agencia, en el caso de los allí destinados, y al menos el período del curso de formación y otras visitas cortas, quienes marcharon a otras dependencias de la Agencia por toda la geografía española. Un cálculo muy aproximado arroja una cifra de más de 3.000 miembros antiguos y actuales de la Agencia que han cruzado sus puertas, sin contar una multitud de visitantes por causas de todo tipo. Merece la pena ofrecer unas pocas semblanzas de los antecedentes y la historia del edificio en estos 50 años.
Las sedes anteriores
En realidad antes de emplazarse en la Ciudad Universitaria, la sede central solo estuvo en el Parque del Retiro de Madrid, en edificios que siguen perteneciendo a la Agencia. El primero de ellos fue “El Castillo”, donde se instaló el primer director del recién fundado Instituto Central Meteorológico en 1888, junto con un ayudante. Llamado así por sus torres almenadas, “el castillo” se construyó en la década de 1840, cuando se desarrollaron en España líneas de telégrafo óptico. Está situado en la parte más alta del Parque del Retiro, en contacto visual con la siguiente estación de la línea que comunicaba con el sur de España, en el Cerro de los Ángeles. El desarrollo del telégrafo eléctrico, que fue por otra parte lo que permitió la operación de los primeros servicios meteorológicos, acabó con cualquier interés por el telégrafo óptico y el edificio fue cedido por el Ayuntamiento al Instituto Central sin mayor inconveniente. Una reforma poco respetuosa en los años 1940 destruyó las almenas y las ventanas ojivales, que parece que se recuperarán cuando se realice la largo tiempo prometida rehabilitación del edificio, actualmente en ruinas.
En 1911 se inició una época de rápido desarrollo para el Servicio, que había pasado a llamarse Observatorio Central Meteorológico. Bajo el impulso del segundo director, José Galbis, se obtuvo del gobierno un importante aumento de los recursos disponibles y del personal. La única dependencia propia era entonces la del Retiro ya que los observatorios de provincias estaban instalados en universidades, institutos y otras instituciones, y “El Castillo” se quedó pequeño para acoger el aumento de personal y actividades. En poco tiempo se construyó un edificio bastante más grande, unos 50 metros al norte del Castillo, que estuvo terminado en 1913. Tenía dos plantas, que años más tarde se aumentaron con una tercera, y ofrecía espacio de sobra para las nuevas instalaciones, aunque parte del edificio se dedicó a viviendas para personal, según una costumbre habitual en aquella época en los locales de muchos organismos técnicos. Hubo que esperar hasta cerca del final del siglo XX para aprovechar también ese espacio que durante más de 80 años fue usado como vivienda familiar del Jefe de la Oficina Central y de otros directivos. También había una vivienda para el conserje principal.
Después de la guerra se construyó un nuevo edificio de dos plantas entre los dos anteriores, donde se instalaron la biblioteca y otras secciones y que el personal conocía festivamente como “Pasapoga”, aludiendo a una sala de fiestas de moda en el Madrid de la posguerra. Un almacén y otras instalaciones reducidas completaban el pequeño complejo del Parque del Retiro donde, hasta los años sesenta del pasado siglo estuvo la sede del Servicio, la “Oficina Central” como se denominó oficialmente hasta 1978, siguiendo la nomenclatura recomendada por la Organización Meteorológica Internacional. Tras el traslado a la Ciudad Universitaria siguieron allí algunas secciones y el centro regional (primero “Centro del Tajo”, luego “Centro Meteorológico de Madrid y Castilla – La Mancha” y actualmente “Delegación en Madrid”).
La gestación del nuevo edificio
Durante la posguerra se produjo el aumento de personal más importante en toda la historia de la Agencia. La ley de 13 de julio de 1950 elevó la plantilla a 100 meteorólogos, 170 ayudantes y 104 Administrativos-calculadores. El Servicio Meteorológico Nacional, como se denominó desde 1932 hasta 1978, disponía ya de numerosas dependencias propias en todo el territorio y otras en instalaciones del Ejercito del Aire, del que pasó a depender en 1940. El director del Servicio tenía su despacho en el Ministerio, y en El Retiro estaban el Jefe de la Oficina Central, que ejercía de director técnico, y las principales secciones generales, lo que pronto produjo graves problemas de espacio. En 1951 los servicios centrales de análisis y predicción se trasladaron al aeropuerto de Barajas y algunas dependencias administrativas se alojaron durante años en unos locales de la calle Orfila, en el centro de Madrid.
Para solucionar ese estado de cosas surgió la idea de construir el nuevo edificio de la Ciudad Universitaria. La idea se apoyaba en varios pilares a fin de “matar varios pájaros de un tiro”. A la necesidad de espacio se unía la intención de seguir los nuevos rumbos que marcaba la meteorología operativa: En todos los países desarrollados se tendía a crear grandes centros de análisis y predicción del tiempo, en lugar de tener múltiples unidades distribuidas. En los años cincuenta se había implantado ya el uso del facsímil, que permitía transmitir mapas y gráficos con gran facilidad por línea o por radio, y se intuía el desarrollo futuro de la predicción del tiempo mediante los modelos numéricos y los ordenadores (Jules Charney y el “grupo de Princeton” habían realizado en Estados Unidos la primera predicción numérica con éxito en 1950).
El tercer pilar era la excelente relación que el Servicio Meteorológico Nacional mantenía entonces con la Universidad, debida en buena parte a la generosa política de compatibilidades, que permitía a numerosos funcionarios compartir su trabajo en el Servicio con labores docentes en facultades y escuelas técnicas. El caso más representativo era el del Profesor D. Francisco Morán Samaniego, jefe de la Sección de Investigación del SMN y catedrático de Física del Aire de la Universidad Central de Madrid (aún no se llamaba “Complutense”). Morán tenía ideas muy claras sobre la colaboración entre el Servicio Meteorológico y la universidad y propuso instalar un centro que combinara las labores técnicas y operativas con la investigación y la formación de nuevos profesionales, en colaboración con la universidad, ofreciendo facilitar la enseñanza práctica de los estudiantes en materias meteorológicas. Como expondría el coronel Azcárraga en su discurso durante la inauguración de la nueva sede “querríamos también formar personal facultativo y técnico, aunque no vaya a encuadrarse forzosamente en el escalafón del Estado”. También era clara la intención de colaborar en investigación: “Queremos dar mayor capacidad de trabajo a los investigadores, no sólo dotándoles de medios más adecuados, sino también poniéndoles en contacto con el propio ambiente universitario donde pueden encontrar adecuadas colaboraciones”
Instalación y construcción
En 1959 el Ministerio del Aire alcanzó un acuerdo con el Ministerio de Educación y la Universidad, que cedió unos terrenos a escasa distancia de la Facultad de Ciencias. Se trataba de la ladera sur del llamado “Cerro de los Locos”, una denominación informal que aludía a los entusiastas del deporte al aire libre que, escasos de ropa, frecuentaban el cerro desde principios del siglo XX, cuando esas actividades no tenían el arraigo social que disfrutarían más tarde. Durante el asedio de Madrid en la guerra civil el cerro estuvo siempre en la zona republicana inmediata al frente y era una posición estratégica, por lo que fue intensamente bombardeada por la artillería y la aviación rebeldes. Aún hoy en día pueden contemplarse los agujeros de los obuses y seguirse las marcas de las trincheras que ahora se aprovechan para circuitos de “trekking” ciclista. Esa zona alta de la ciudad universitaria siguió sin edificarse durante bastante tiempo. Existía un camino llamado “de las Moreras” que unía la zona de las facultades con los barrios del noroeste. A final de los años 50 se asfaltó y en 1959 se construyó el edificio más próximo a la sede de la Agencia, el Colegio Mayor Santo Tomas de Aquino, que recibió el Premio Nacional de Arquitectura por su novedoso diseño.
Los trabajos de construcción comenzaron en 1960 por los servicios técnicos del Ministerio del Aire, en colaboración con los de la universidad (por desgracia no nos ha sido posible identificar al arquitecto o arquitectos que diseñaron y dirigieron el proyecto). La obra se realizó con las técnicas de aquellos años, que se basaban en la abundante disponibilidad de mano de obra asequible, antes que el uso de grúas. Se han recuperado varias fotografías tomadas durante la construcción que se publican, posiblemente por primera vez, con estas líneas.
Figura 5. Foto aérea del edificio poco después de su construcción, con el Camino de las Moreras a la derecha y la senda de acceso peatonal a la universidad, conocida por el personal como “la adiabática” por su penosa pendiente.
Inauguración e historia posterior
El 23 de marzo de 1962, día meteorológico mundial, el edificio abrió sus puertas para una “pre-inauguración”, con invitación a todo el personal del Servicio, y el tradicional vino español que casi siempre se ha ofrecido en ese día desde entonces, pero la inauguración oficial tuvo lugar el día 30 de abril por el Ministro del Aire, con asistencia del Presidente de la Organización Meteorológica Mundial, y director del Servicio Meteorológico francés, Mr. André Viaut. Se celebró en el flamante salón de actos del nuevo edificio, con vidrieras decoradas con motivos aeronáuticos y meteorológicos, tal como se conservan hoy en día.
Hubo varios discursos, el primero de ellos del Director del Servicio desde 1940, el coronel Luis Azcárraga, quien había tenido una intervención fundamental en conseguir que el proyecto se hiciera realidad. El edificio que se inauguraba acogía, como ya se ha dicho, solamente una parte del Servicio Meteorológico Nacional. En las propias palabras de Azcárraga aquel día: “A dar satisfacción a esta necesidad de nuevos desarrollos del Servicio, viene, pues, este Centro de Análisis e Instituto Nacional de Meteorología. No es éste un sustituto de las modestas instalaciones que el Servicio tiene en el Retiro, es un complemento de ellas. Las del Retiro no solo deben continuar por tradición, sino porque aquí – en este nuevo edificio – no se ha proyectado trasladar más que una parte de los elementos del Servicio, aquellos que ya no era posible mantener en la vieja casa solariega”.
Las unidades que se trasladaban, aparte del Centro de Análisis y Predicción, eran la ya antigua Sección de Investigación, la Biblioteca y la Escuela de Meteorología, que se agrupaban bajo el nombre de Instituto Nacional de Meteorología y bajo la dirección de Francisco Morán. El Instituto se estructuraba mediante una Secretaria General y dos departamentos, uno de Investigación y Enseñanza y otro de Documentación y Difusión.
Para realzar el acontecimiento se organizó, en esa primavera de 1962, un ciclo de conferencias a cargo de prestigiosos meteorólogos nacionales y extranjeros. Merece la pena citar la lista de los conferenciantes y las conferencias, que se conservan en una publicación del SMN (ver bibliografía), y son documentos muy interesantes para comprender el estado del arte en la meteorología operativa de hace 50 años. La primera conferencia se impartió el propio día de la inauguración por el Presidente de la OMM, André Viaut, sobre “La meteorología y algunas de sus aplicaciones a la Aeronáutica”. Las demás, en fechas sucesivas, correspondieron a los siguientes conferenciantes y temas:
- Sir Graham Sutton (director de la Meteorological Office del Reino Unido): La organización para investigación científica del servicio Meteorológico del Reino Unido.
- José María Jansá Guardiola: Los diagramas mixtos en meteorología.
- Rafael Cubero Robles: Métodos de análisis y predicción aeronáutica para la zona próxima a la tropopausa.
- Lorenzo García de Pedraza: Meteorología Aeronáutica del Valle del Ebro.
- José María Mantero: Meteoropatología.
- Miguel Azpiroz Yoldi (meteorólogo y catedrático de Física del aire en la universidad de Barcelona, tristemente malogrado poco tiempo después): Los métodos de diferencias finitas y su aplicación en meteorología.
- Norman L. Peterson (uno de los más brillante meteorólogos de Estados Unidos): El papel del Air Weather Service en las investigaciones especiales.
Y cerrando el ciclo de conferencias el día 27 de junio, el Secretario General de la OMM, D.A. Davies disertó sobre La participación de la Organización Meteorológica Mundial en los programas de asistencia técnica de las Naciones Unidas.
Como es obvio, por el mismo título de este artículo, el propósito de que el nuevo edificio solo alojara el centro de análisis y las unidades de enseñanza, documentación e investigación, acabó incumpliéndose, y poco tiempo después de la inauguración fueron alojadas también allí las secciones de climatología, meteorología marítima y aerología y después otras más, existentes o de nueva creación, relacionadas o no con el propósito que se había declarado para uso del edificio. Al cabo de pocos años en El Retiro sólo quedaron el Centro Regional y las secciones de instrumentos y laboratorio. En los años 70 se trasladó también la jefatura del Servicio y con ello el edificio de la Ciudad Universitaria adquirió del todo el carácter de nueva sede u Oficina Central.
En 1978, con el paso del Servicio Meteorológico Nacional al Ministerio de Transportes, que acabó con la dependencia militar que tuvo durante cuarenta años, se le cambió también el nombre que pasó a ser el de Instituto Nacional de Meteorología. La denominación de una parte del Servicio Meteorológico dio repentinamente nombre a todo el Servicio, aunque para reducir la confusión, dejo de tener efecto la agrupación de unidades que constituía el anterior Instituto. La reestructuración también incluyó la supresión del cargo de “Jefe de la Oficina Central”, que existía desde los años veinte y se había encomendado casi siempre al miembro más antiguo del Cuerpo de Meteorólogos.
La transformación progresiva del edificio de la Ciudad Universitaria en la nueva Sede respondió indudablemente a necesidades prácticas, aunque difuminaba el propósito de colaboración continua y estrecha con la universidad. Por otra parte se reprodujeron pronto los problemas de espacio que tuvo en su día la sede del Retiro. Ya en 1974 se realizó la primera ampliación, prolongando el cuerpo de la fachada hacia el sur y construyendo una torre en esa esquina. En 1982 se llevó a cabo una ampliación aún más importante, con la construcción de la nueva ala sur, la torre que la remata y el aparcamiento subterráneo.
Con las dos ampliaciones se ganó bastante espacio, pero el Servicio siguió creciendo e incorporando nuevas infraestructuras como los modernos sistemas de computación. Como es lógico, además de las dos ampliaciones citadas, en el interior del edificio se han ido realizando muchas otras reformas para adaptar el espacio disponible a su utilización y a otras necesidades Se ha oído con frecuencia que por su encuadre en la Ciudad Universitaria no se autorizarían nuevas ampliaciones, lo que ha obligado entre otras medidas a emplazar barracones provisionales para los cursos de formación, pero lo cierto es que podría haberse propuesto una nueva ampliación en el último plan de edificabilidad de la zona, que se aprobó a final de la década de los ochenta; la propuesta no se presentó, posiblemente por negligencia. A principios de los años noventa llegó a estar muy avanzada la idea de trasladar la sede a Paracuellos del Jarama, en base a una oferta de la Dirección General de Aviación Civil, pero finalmente no fructificó.
Esta es, a muy grandes rasgos, la historia del edificio donde se alojan actualmente los servicios centrales y dirección de la Agencia Estatal de Meteorología y donde trabajan unos 400 miembros de su personal. En 2012 cumple 50 años de su inauguración y es previsible que la sede de la meteorología oficial en España continúe allí unos cuantos años más.
Agradecimientos:
A mis compañeros Juan Sánchez Jiménez, José María Romero Moya, Juan Pérez Pedrero y Francisco Espejo Gil, por la información y sugerencias recibidas.
Bibliografía básica:
- Anónimo, “El Instituto Nacional de Meteorología y el Centro de Análisis y Predicción”, Revista Las Ciencias, Año XXXII, núm. 2, 1967.
- García de Pedraza, L. y Jiménez de la Cuadra, M.: “Notas para la Historia de la Meteorología en España”, SMN 1985
- Organización Meteorológica Mundial: Boletín de la OMM, Ginebra, varios números, 1962 y 1963.
- Servicio Meteorológico Nacional: “Primer ciclo de conferencias desarrollado en el Instituto Nacional de Meteorología durante el año 1962”, SMN, Serie A núm. 41, 1966.
- Varios autores, “El Instituto Nacional de Meteorología, un reto tecnológico”, INM, 2003
- ABC, Hemeroteca en Internet.
En nuestro propósito de investigar y divulgar la historia de la Dehesa de la Villa, nos fijamos hoy en el edificio de la sede central de AEMET, sita en C/ Leonardo Prieto Castro, 8, en terrenos que actualmente pertenecen a la Ciudad Universitaria y en su día formaron parte de la Dehesa de Amaniel o de la Villa.
Traemos para ello un artículo de Manuel Palomares, Jefe del Servicio de Relaciones Internacionales de AEMET, publicado por la Revista del Aficionado a la Meteorología (RAM). Les quedamos muy agradecidos por autorizarnos a reproducir su artículo en nuestro blog.
50 años de la sede central de AEMET
Manual Palomares
Publicado en Revista del Aficionado a la Meteorología, 3-febrero-2012.
Seguir en Twitter @RAM_meteo y en facebook RAMmeteorologia.
El próximo 125º aniversario de la creación del Servicio Meteorológico español, actualmente la “Agencia Estatal de Meteorología”, puede eclipsar un poco otra efeméride del año 2012: los 50 años desde la inauguración del edificio de su sede central en la Ciudad Universitaria de Madrid. En el ya veterano edificio han pasado largos años de trabajo varias generaciones del personal de la Agencia, en el caso de los allí destinados, y al menos el período del curso de formación y otras visitas cortas, quienes marcharon a otras dependencias de la Agencia por toda la geografía española. Un cálculo muy aproximado arroja una cifra de más de 3.000 miembros antiguos y actuales de la Agencia que han cruzado sus puertas, sin contar una multitud de visitantes por causas de todo tipo. Merece la pena ofrecer unas pocas semblanzas de los antecedentes y la historia del edificio en estos 50 años.
Las sedes anteriores
En realidad antes de emplazarse en la Ciudad Universitaria, la sede central solo estuvo en el Parque del Retiro de Madrid, en edificios que siguen perteneciendo a la Agencia. El primero de ellos fue “El Castillo”, donde se instaló el primer director del recién fundado Instituto Central Meteorológico en 1888, junto con un ayudante. Llamado así por sus torres almenadas, “el castillo” se construyó en la década de 1840, cuando se desarrollaron en España líneas de telégrafo óptico. Está situado en la parte más alta del Parque del Retiro, en contacto visual con la siguiente estación de la línea que comunicaba con el sur de España, en el Cerro de los Ángeles. El desarrollo del telégrafo eléctrico, que fue por otra parte lo que permitió la operación de los primeros servicios meteorológicos, acabó con cualquier interés por el telégrafo óptico y el edificio fue cedido por el Ayuntamiento al Instituto Central sin mayor inconveniente. Una reforma poco respetuosa en los años 1940 destruyó las almenas y las ventanas ojivales, que parece que se recuperarán cuando se realice la largo tiempo prometida rehabilitación del edificio, actualmente en ruinas.
Figura 1. “El Castillo” en una imagen de principio del siglo XX. Puede verse la torre metálica para medición de viento y una de las garitas de observación en primer plano (se distingue otra en una de las torres).
En 1911 se inició una época de rápido desarrollo para el Servicio, que había pasado a llamarse Observatorio Central Meteorológico. Bajo el impulso del segundo director, José Galbis, se obtuvo del gobierno un importante aumento de los recursos disponibles y del personal. La única dependencia propia era entonces la del Retiro ya que los observatorios de provincias estaban instalados en universidades, institutos y otras instituciones, y “El Castillo” se quedó pequeño para acoger el aumento de personal y actividades. En poco tiempo se construyó un edificio bastante más grande, unos 50 metros al norte del Castillo, que estuvo terminado en 1913. Tenía dos plantas, que años más tarde se aumentaron con una tercera, y ofrecía espacio de sobra para las nuevas instalaciones, aunque parte del edificio se dedicó a viviendas para personal, según una costumbre habitual en aquella época en los locales de muchos organismos técnicos. Hubo que esperar hasta cerca del final del siglo XX para aprovechar también ese espacio que durante más de 80 años fue usado como vivienda familiar del Jefe de la Oficina Central y de otros directivos. También había una vivienda para el conserje principal.
Figura 2. El edificio de 1913 poco después de su construcción, con una enorme estructura metálica para la instalación de anemómetros y el lanzamiento y seguimiento de globos con teodolito.
Después de la guerra se construyó un nuevo edificio de dos plantas entre los dos anteriores, donde se instalaron la biblioteca y otras secciones y que el personal conocía festivamente como “Pasapoga”, aludiendo a una sala de fiestas de moda en el Madrid de la posguerra. Un almacén y otras instalaciones reducidas completaban el pequeño complejo del Parque del Retiro donde, hasta los años sesenta del pasado siglo estuvo la sede del Servicio, la “Oficina Central” como se denominó oficialmente hasta 1978, siguiendo la nomenclatura recomendada por la Organización Meteorológica Internacional. Tras el traslado a la Ciudad Universitaria siguieron allí algunas secciones y el centro regional (primero “Centro del Tajo”, luego “Centro Meteorológico de Madrid y Castilla – La Mancha” y actualmente “Delegación en Madrid”).
La gestación del nuevo edificio
Durante la posguerra se produjo el aumento de personal más importante en toda la historia de la Agencia. La ley de 13 de julio de 1950 elevó la plantilla a 100 meteorólogos, 170 ayudantes y 104 Administrativos-calculadores. El Servicio Meteorológico Nacional, como se denominó desde 1932 hasta 1978, disponía ya de numerosas dependencias propias en todo el territorio y otras en instalaciones del Ejercito del Aire, del que pasó a depender en 1940. El director del Servicio tenía su despacho en el Ministerio, y en El Retiro estaban el Jefe de la Oficina Central, que ejercía de director técnico, y las principales secciones generales, lo que pronto produjo graves problemas de espacio. En 1951 los servicios centrales de análisis y predicción se trasladaron al aeropuerto de Barajas y algunas dependencias administrativas se alojaron durante años en unos locales de la calle Orfila, en el centro de Madrid.
Para solucionar ese estado de cosas surgió la idea de construir el nuevo edificio de la Ciudad Universitaria. La idea se apoyaba en varios pilares a fin de “matar varios pájaros de un tiro”. A la necesidad de espacio se unía la intención de seguir los nuevos rumbos que marcaba la meteorología operativa: En todos los países desarrollados se tendía a crear grandes centros de análisis y predicción del tiempo, en lugar de tener múltiples unidades distribuidas. En los años cincuenta se había implantado ya el uso del facsímil, que permitía transmitir mapas y gráficos con gran facilidad por línea o por radio, y se intuía el desarrollo futuro de la predicción del tiempo mediante los modelos numéricos y los ordenadores (Jules Charney y el “grupo de Princeton” habían realizado en Estados Unidos la primera predicción numérica con éxito en 1950).
El tercer pilar era la excelente relación que el Servicio Meteorológico Nacional mantenía entonces con la Universidad, debida en buena parte a la generosa política de compatibilidades, que permitía a numerosos funcionarios compartir su trabajo en el Servicio con labores docentes en facultades y escuelas técnicas. El caso más representativo era el del Profesor D. Francisco Morán Samaniego, jefe de la Sección de Investigación del SMN y catedrático de Física del Aire de la Universidad Central de Madrid (aún no se llamaba “Complutense”). Morán tenía ideas muy claras sobre la colaboración entre el Servicio Meteorológico y la universidad y propuso instalar un centro que combinara las labores técnicas y operativas con la investigación y la formación de nuevos profesionales, en colaboración con la universidad, ofreciendo facilitar la enseñanza práctica de los estudiantes en materias meteorológicas. Como expondría el coronel Azcárraga en su discurso durante la inauguración de la nueva sede “querríamos también formar personal facultativo y técnico, aunque no vaya a encuadrarse forzosamente en el escalafón del Estado”. También era clara la intención de colaborar en investigación: “Queremos dar mayor capacidad de trabajo a los investigadores, no sólo dotándoles de medios más adecuados, sino también poniéndoles en contacto con el propio ambiente universitario donde pueden encontrar adecuadas colaboraciones”
Instalación y construcción
En 1959 el Ministerio del Aire alcanzó un acuerdo con el Ministerio de Educación y la Universidad, que cedió unos terrenos a escasa distancia de la Facultad de Ciencias. Se trataba de la ladera sur del llamado “Cerro de los Locos”, una denominación informal que aludía a los entusiastas del deporte al aire libre que, escasos de ropa, frecuentaban el cerro desde principios del siglo XX, cuando esas actividades no tenían el arraigo social que disfrutarían más tarde. Durante el asedio de Madrid en la guerra civil el cerro estuvo siempre en la zona republicana inmediata al frente y era una posición estratégica, por lo que fue intensamente bombardeada por la artillería y la aviación rebeldes. Aún hoy en día pueden contemplarse los agujeros de los obuses y seguirse las marcas de las trincheras que ahora se aprovechan para circuitos de “trekking” ciclista. Esa zona alta de la ciudad universitaria siguió sin edificarse durante bastante tiempo. Existía un camino llamado “de las Moreras” que unía la zona de las facultades con los barrios del noroeste. A final de los años 50 se asfaltó y en 1959 se construyó el edificio más próximo a la sede de la Agencia, el Colegio Mayor Santo Tomas de Aquino, que recibió el Premio Nacional de Arquitectura por su novedoso diseño.
Los trabajos de construcción comenzaron en 1960 por los servicios técnicos del Ministerio del Aire, en colaboración con los de la universidad (por desgracia no nos ha sido posible identificar al arquitecto o arquitectos que diseñaron y dirigieron el proyecto). La obra se realizó con las técnicas de aquellos años, que se basaban en la abundante disponibilidad de mano de obra asequible, antes que el uso de grúas. Se han recuperado varias fotografías tomadas durante la construcción que se publican, posiblemente por primera vez, con estas líneas.
Figura 3. Construcción del edificio de la Ciudad Universitaria, zona sur de la fachada, hacia 1961.
Figura 4. Esta composición de fotografías muestra las obras de construcción del edificio en su zona trasera donde ahora están los barracones para los cursos de formación.
Figura 5. Foto aérea del edificio poco después de su construcción, con el Camino de las Moreras a la derecha y la senda de acceso peatonal a la universidad, conocida por el personal como “la adiabática” por su penosa pendiente.
Figura 6. Cuerpo delantero del edificio poco después de inaugurarse.
Inauguración e historia posterior
El 23 de marzo de 1962, día meteorológico mundial, el edificio abrió sus puertas para una “pre-inauguración”, con invitación a todo el personal del Servicio, y el tradicional vino español que casi siempre se ha ofrecido en ese día desde entonces, pero la inauguración oficial tuvo lugar el día 30 de abril por el Ministro del Aire, con asistencia del Presidente de la Organización Meteorológica Mundial, y director del Servicio Meteorológico francés, Mr. André Viaut. Se celebró en el flamante salón de actos del nuevo edificio, con vidrieras decoradas con motivos aeronáuticos y meteorológicos, tal como se conservan hoy en día.
Hubo varios discursos, el primero de ellos del Director del Servicio desde 1940, el coronel Luis Azcárraga, quien había tenido una intervención fundamental en conseguir que el proyecto se hiciera realidad. El edificio que se inauguraba acogía, como ya se ha dicho, solamente una parte del Servicio Meteorológico Nacional. En las propias palabras de Azcárraga aquel día: “A dar satisfacción a esta necesidad de nuevos desarrollos del Servicio, viene, pues, este Centro de Análisis e Instituto Nacional de Meteorología. No es éste un sustituto de las modestas instalaciones que el Servicio tiene en el Retiro, es un complemento de ellas. Las del Retiro no solo deben continuar por tradición, sino porque aquí – en este nuevo edificio – no se ha proyectado trasladar más que una parte de los elementos del Servicio, aquellos que ya no era posible mantener en la vieja casa solariega”.
Las unidades que se trasladaban, aparte del Centro de Análisis y Predicción, eran la ya antigua Sección de Investigación, la Biblioteca y la Escuela de Meteorología, que se agrupaban bajo el nombre de Instituto Nacional de Meteorología y bajo la dirección de Francisco Morán. El Instituto se estructuraba mediante una Secretaria General y dos departamentos, uno de Investigación y Enseñanza y otro de Documentación y Difusión.
Figura 7. Acto de inauguración del edificio de la Ciudad Universitaria, el 30 de abril de 1962. De izquierda a derecha: el vicerrector y catedrático de la Universidad Lora Tamayo (poco después sería nombrado ministro de Educación), el Jefe del Estado Mayor del Aire, Tte. General Palacios, el obispo de Madrid-Alcalá doctor Eijo-Garay, el Ministro del Aire, Tte. General Rodríguez y Díaz de Lecea, el Presidente de la OMM, A Viaut y el Capitán de Navío Lostau, escuchando el discurso del coronel Azcárraga, director del Servicio. (Foto publicada en la: Revista de Aeronáutica y Astronáutica, Ministerio del Aire).
Para realzar el acontecimiento se organizó, en esa primavera de 1962, un ciclo de conferencias a cargo de prestigiosos meteorólogos nacionales y extranjeros. Merece la pena citar la lista de los conferenciantes y las conferencias, que se conservan en una publicación del SMN (ver bibliografía), y son documentos muy interesantes para comprender el estado del arte en la meteorología operativa de hace 50 años. La primera conferencia se impartió el propio día de la inauguración por el Presidente de la OMM, André Viaut, sobre “La meteorología y algunas de sus aplicaciones a la Aeronáutica”. Las demás, en fechas sucesivas, correspondieron a los siguientes conferenciantes y temas:
- Sir Graham Sutton (director de la Meteorological Office del Reino Unido): La organización para investigación científica del servicio Meteorológico del Reino Unido.
- José María Jansá Guardiola: Los diagramas mixtos en meteorología.
- Rafael Cubero Robles: Métodos de análisis y predicción aeronáutica para la zona próxima a la tropopausa.
- Lorenzo García de Pedraza: Meteorología Aeronáutica del Valle del Ebro.
- José María Mantero: Meteoropatología.
- Miguel Azpiroz Yoldi (meteorólogo y catedrático de Física del aire en la universidad de Barcelona, tristemente malogrado poco tiempo después): Los métodos de diferencias finitas y su aplicación en meteorología.
- Norman L. Peterson (uno de los más brillante meteorólogos de Estados Unidos): El papel del Air Weather Service en las investigaciones especiales.
Y cerrando el ciclo de conferencias el día 27 de junio, el Secretario General de la OMM, D.A. Davies disertó sobre La participación de la Organización Meteorológica Mundial en los programas de asistencia técnica de las Naciones Unidas.
Como es obvio, por el mismo título de este artículo, el propósito de que el nuevo edificio solo alojara el centro de análisis y las unidades de enseñanza, documentación e investigación, acabó incumpliéndose, y poco tiempo después de la inauguración fueron alojadas también allí las secciones de climatología, meteorología marítima y aerología y después otras más, existentes o de nueva creación, relacionadas o no con el propósito que se había declarado para uso del edificio. Al cabo de pocos años en El Retiro sólo quedaron el Centro Regional y las secciones de instrumentos y laboratorio. En los años 70 se trasladó también la jefatura del Servicio y con ello el edificio de la Ciudad Universitaria adquirió del todo el carácter de nueva sede u Oficina Central.
En 1978, con el paso del Servicio Meteorológico Nacional al Ministerio de Transportes, que acabó con la dependencia militar que tuvo durante cuarenta años, se le cambió también el nombre que pasó a ser el de Instituto Nacional de Meteorología. La denominación de una parte del Servicio Meteorológico dio repentinamente nombre a todo el Servicio, aunque para reducir la confusión, dejo de tener efecto la agrupación de unidades que constituía el anterior Instituto. La reestructuración también incluyó la supresión del cargo de “Jefe de la Oficina Central”, que existía desde los años veinte y se había encomendado casi siempre al miembro más antiguo del Cuerpo de Meteorólogos.
La transformación progresiva del edificio de la Ciudad Universitaria en la nueva Sede respondió indudablemente a necesidades prácticas, aunque difuminaba el propósito de colaboración continua y estrecha con la universidad. Por otra parte se reprodujeron pronto los problemas de espacio que tuvo en su día la sede del Retiro. Ya en 1974 se realizó la primera ampliación, prolongando el cuerpo de la fachada hacia el sur y construyendo una torre en esa esquina. En 1982 se llevó a cabo una ampliación aún más importante, con la construcción de la nueva ala sur, la torre que la remata y el aparcamiento subterráneo.
Con las dos ampliaciones se ganó bastante espacio, pero el Servicio siguió creciendo e incorporando nuevas infraestructuras como los modernos sistemas de computación. Como es lógico, además de las dos ampliaciones citadas, en el interior del edificio se han ido realizando muchas otras reformas para adaptar el espacio disponible a su utilización y a otras necesidades Se ha oído con frecuencia que por su encuadre en la Ciudad Universitaria no se autorizarían nuevas ampliaciones, lo que ha obligado entre otras medidas a emplazar barracones provisionales para los cursos de formación, pero lo cierto es que podría haberse propuesto una nueva ampliación en el último plan de edificabilidad de la zona, que se aprobó a final de la década de los ochenta; la propuesta no se presentó, posiblemente por negligencia. A principios de los años noventa llegó a estar muy avanzada la idea de trasladar la sede a Paracuellos del Jarama, en base a una oferta de la Dirección General de Aviación Civil, pero finalmente no fructificó.
Esta es, a muy grandes rasgos, la historia del edificio donde se alojan actualmente los servicios centrales y dirección de la Agencia Estatal de Meteorología y donde trabajan unos 400 miembros de su personal. En 2012 cumple 50 años de su inauguración y es previsible que la sede de la meteorología oficial en España continúe allí unos cuantos años más.
Figura 8. Vista aérea actual del edificio de la Ciudad Universitaria. El ala con las dos torres corresponde a las dos ampliaciones posteriores a la construcción. Además se retiró parte del tejado de pizarra en el ala norte para disponer de otra terraza para instrumentación. La gran antena exterior data de los años ochenta.
Agradecimientos:
A mis compañeros Juan Sánchez Jiménez, José María Romero Moya, Juan Pérez Pedrero y Francisco Espejo Gil, por la información y sugerencias recibidas.
Bibliografía básica:
- Anónimo, “El Instituto Nacional de Meteorología y el Centro de Análisis y Predicción”, Revista Las Ciencias, Año XXXII, núm. 2, 1967.
- García de Pedraza, L. y Jiménez de la Cuadra, M.: “Notas para la Historia de la Meteorología en España”, SMN 1985
- Organización Meteorológica Mundial: Boletín de la OMM, Ginebra, varios números, 1962 y 1963.
- Servicio Meteorológico Nacional: “Primer ciclo de conferencias desarrollado en el Instituto Nacional de Meteorología durante el año 1962”, SMN, Serie A núm. 41, 1966.
- Varios autores, “El Instituto Nacional de Meteorología, un reto tecnológico”, INM, 2003
- ABC, Hemeroteca en Internet.
2 de julio de 2012
Guía micológica de la Dehesa de la Villa: Fichas 23, 24 y 25
Ficha 23 (Amanita vaginata), Ficha 24 (Mucilago crustacea) y Ficha 25 (Leccinum duriusculum) de la Guía Micológica de la Dehesa de la Villa, de José Castillo Pollán, Josetas.
Seguramente muchos de nosotros pensábamos que en verano no había setas. Nada más lejos de la realidad, aquí traemos otras 3 fichas con setas que pueden encontrarse por estas fechas en la Dehesa de la Villa.
Recordamos a todos los lectores el riesgo de consumir las setas de la Dehesa, incluso aquellas identificadas como comestibles, tal como explicamos en la presentación de la Guía micológica.
Ficha 23: Amanita vaginata
Amanita: del griego, se refiere al monte Amanos, entre Cilicia y Siria, donde, al parecer, eran muy abundantes.
Vaginata: del latín, vagina, funda o vaina, por la volva en forma de saco, membranosa y unida al pie en la mitad inferior.
Sombrero: de hasta 12 cm de diámetro, de forma acampanada al principio y, en la vejez, extendido con un mamelón en la parte central. Margen netamente estriado con grandes restos del velo universal formando placas en el sombrero. De color gris ceniza o gris plomizo.
Pie: largo y esbelto, de forma cilíndrica al final. El hueco, de color blanco, estrechándose un poco en la parte superior y engrosándose en la inferior. Con una volva membranosa alta y enfundada en el pie de color blanco.
Láminas: de color blanco, libres al pie y con la arista folcosa vistas con lupa.
Esporada: de color blanca.
Toxicidad: tóxica si se consume en crudo, para que sea comestible es necesario cocerla previamente; aun así, no resulta muy apreciada.
Notas: puede encontrarse entre los robles y pinos, así como en brezales y prados.
Ficha 24: Mucilago crustacea
Mucilago: del latín mucilago, mucosidad o viscosidad, por su aspecto viscoso.
Crustacea: del latín crusta, envoltura, costra, o corteza, por su envoltura que se asemeja a una costra.
Es un Mixomiceto como Leucocarpus fragilis. Compuesta por muchos individuos, su base plamodial es de color blanca y aspecto lechoso. Al tocarlo, toma coloraciones rosáceas al principio; más tarde, negras.
Puede presentar diferentes formas, globosas, piriformes, alargadas... Su color blanco es debido a que está recubierta por una costra de cristales de carbonato de calcio.
Toxicidad: no comestible.
Notas: vive sobre la hierba o cualquier sustrato vivo o muerto. Es una especie que suele ser algo abundante en tiempo muy húmedo sobre todo en primavera y principios de verano.
Ficha 25: Leccinum duriusculum
Leccinum: derivado del italiano leccio, encina, por su hábitat preferencial.
Duriusculum: del latín, durus, sólido, firme duro, por su consistencia.
Sombrero: entre 8 - 20 cm de diámetro. Al principio, globoso; luego, de convexo a aplanado. De color muy variable, desde ocres a pardo grisáceo e incluso pardo rojizo. La cutícula es seca, agrietada y cuarteada en tiempo seco.
Himenio: formado por poros de color blanco o cremoso y al final ocre grisáceos.
Pie: de forma robusta y prieta, de 12-16 x 2-4 cm de grosor y de color blanco grisáceo con oquedades en el pie que toman coloraciones azul verdoso.
Esporada: de color pardo negruzca.
Toxicidad: comestible.
Notas: la carne al corte es blanca, pero en unos minutos se tiñe de color azulado, pasando luego al gris y al final negruzca. Es una especie muy común y abundante en la Comunidad de Madrid, micorrizando con álamos y chopos exclusivamente. Se puede encontrar en muchos parques y jardines, pero hasta la fecha de la foto se había hecho de rogar en la Dehesa de laVilla.
Seguramente muchos de nosotros pensábamos que en verano no había setas. Nada más lejos de la realidad, aquí traemos otras 3 fichas con setas que pueden encontrarse por estas fechas en la Dehesa de la Villa.
Recordamos a todos los lectores el riesgo de consumir las setas de la Dehesa, incluso aquellas identificadas como comestibles, tal como explicamos en la presentación de la Guía micológica.
Ficha 23: Amanita vaginata
(Foto: J. Castillo; tomada en la Dehesa de la Villa, 31-07-2011)
Amanita: del griego, se refiere al monte Amanos, entre Cilicia y Siria, donde, al parecer, eran muy abundantes.
Vaginata: del latín, vagina, funda o vaina, por la volva en forma de saco, membranosa y unida al pie en la mitad inferior.
Sombrero: de hasta 12 cm de diámetro, de forma acampanada al principio y, en la vejez, extendido con un mamelón en la parte central. Margen netamente estriado con grandes restos del velo universal formando placas en el sombrero. De color gris ceniza o gris plomizo.
Pie: largo y esbelto, de forma cilíndrica al final. El hueco, de color blanco, estrechándose un poco en la parte superior y engrosándose en la inferior. Con una volva membranosa alta y enfundada en el pie de color blanco.
Láminas: de color blanco, libres al pie y con la arista folcosa vistas con lupa.
Esporada: de color blanca.
Toxicidad: tóxica si se consume en crudo, para que sea comestible es necesario cocerla previamente; aun así, no resulta muy apreciada.
Notas: puede encontrarse entre los robles y pinos, así como en brezales y prados.
Ficha 24: Mucilago crustacea
(Foto: J. Castillo; tomada en la Dehesa de la Villa, 18-07-2010)
Mucilago: del latín mucilago, mucosidad o viscosidad, por su aspecto viscoso.
Crustacea: del latín crusta, envoltura, costra, o corteza, por su envoltura que se asemeja a una costra.
Es un Mixomiceto como Leucocarpus fragilis. Compuesta por muchos individuos, su base plamodial es de color blanca y aspecto lechoso. Al tocarlo, toma coloraciones rosáceas al principio; más tarde, negras.
Puede presentar diferentes formas, globosas, piriformes, alargadas... Su color blanco es debido a que está recubierta por una costra de cristales de carbonato de calcio.
Toxicidad: no comestible.
Notas: vive sobre la hierba o cualquier sustrato vivo o muerto. Es una especie que suele ser algo abundante en tiempo muy húmedo sobre todo en primavera y principios de verano.
Ficha 25: Leccinum duriusculum
(Foto: J. Castillo; tomada en la Dehesa de la Villa, 27-08-2011)
Leccinum: derivado del italiano leccio, encina, por su hábitat preferencial.
Duriusculum: del latín, durus, sólido, firme duro, por su consistencia.
Sombrero: entre 8 - 20 cm de diámetro. Al principio, globoso; luego, de convexo a aplanado. De color muy variable, desde ocres a pardo grisáceo e incluso pardo rojizo. La cutícula es seca, agrietada y cuarteada en tiempo seco.
Himenio: formado por poros de color blanco o cremoso y al final ocre grisáceos.
Pie: de forma robusta y prieta, de 12-16 x 2-4 cm de grosor y de color blanco grisáceo con oquedades en el pie que toman coloraciones azul verdoso.
Esporada: de color pardo negruzca.
Toxicidad: comestible.
Notas: la carne al corte es blanca, pero en unos minutos se tiñe de color azulado, pasando luego al gris y al final negruzca. Es una especie muy común y abundante en la Comunidad de Madrid, micorrizando con álamos y chopos exclusivamente. Se puede encontrar en muchos parques y jardines, pero hasta la fecha de la foto se había hecho de rogar en la Dehesa de laVilla.