Comienza aquí una sección de nuestro blog que se propone despertar el interés por las curiosidades botánicas de la Dehesa. Contamos para ello con la colaboración de Andrés Revilla. Jardinero y naturalista divulgador de temas ambientales, Andrés está especializado en flora autóctona. Es autor del Jardín Educativo del Monte Mediterráneo del Museo de Ciencias Naturales de Madrid. Ha participado en la elaboración de la senda botánica del parque de El Retiro (con la cooperativa EDUCANDO) y en el inventario y mapa de los puntos de interés botánico en la Dehesa de la Villa. Imparte cursos de jardinería en La Casa Encendida y otras entidades y dirige el Centro Especial de Empleo El Laberinto Jardinería.
Nos enorgullece poder contar con la colaboración de personas de la talla de Andrés Revilla y deseamos que nuestros lectores disfruten y aprendan con estas lecciones de botánica de la mano de un experto como él.
"Dado que estamos en enero vamos a tener la oportunidad de hacer el seguimiento completo de un año. Veamos cómo empieza.
A medida que se alargan los días y se suavizan las temperaturas, las plantas despiertan de su letargo invernal. Muchas lo harán abriendo sus yemas y cubriéndose de hojas. Otras no, optan por mostrar primero sus flores. Esta estrategia tiene sentido y vamos a descubrirlo.
Las flores tienen un aspecto según la polinización se realice con ayuda del viento o de los insectos. Si el responsable es el viento solemos encontrar flores sin pétalos o incluso sin sépalos. Los pétalos serían un obstáculo para que el polen llegue hasta los órganos femeninos de las flores.
Es el caso del fresno y del olmo. Sus tempranas flores parece que compiten en velocidad y en muy pocos días las veremos abiertas. Las yemas ya están hinchadas y reventonas. Al abrirse debemos observarlas con detalle. Son poco vistosas pero hermosas a la vez. La flor masculina del fresno presenta unos largos estambres colgantes que se agitan con la fuerza de las corrientes y liberan todo su polen. El fresno ha tenido cuidado y en el mismo árbol casi nunca coinciden la maduración de las flores masculinas con las femeninas. Así evita autofecundarse. Es una garantía de mezcla de genes.
Arriba, bosquete de olmos intercalados en el pinar de la Dehesa de la Villa. Debajo, ejemplar de fresno de levante en floración junto a la zona del Canalillo.
(Fotos tomadas del libro "La Dehesa de la Villa: naturaleza en la ciudad"; Emilio Blanco y José Monedero, 2010)
La carrera entre el fresno y el olmo tiene un claro vencedor. Si bien ambos florecen casi a la vez, el fresno no tiene prisa en madurar sus pesadas semillas y las cuece a fuego lento durante todo el año. Las soltará en invierno cuando haya perdido las hojas y estas le formen un colchón que mantiene la humedad y favorece la germinación. El olmo al contrario tiene mucha prisa. Sus livianos frutos alados maduran pocos días después de la fecundación y antes de que el árbol se cubra de hojas podremos ver el suelo cubierto de sus fantásticas semillas volantes. Este primer maná es un buen sustento para los pájaros. Las palomas las devoran antes de caer o una vez caídas. Son una fuente de proteínas y grasa magníficas y les ayudarán a formar las primeras nidadas del año y engordar un poco tras el invierno.
De los millones de semillas aladas del olmo son muy pocas las que germinan y menos las que llegan a formar un nuevo árbol. Solo aquellas que caigan entre matorrales y zonas húmedas tienen esperanzas de crecer y engrosar. El resto serán devoradas por pájaros, hormigas y toda clase de insectos. Las que no son devoradas se secarán rápidamente y se consumirán posteriormente, como frutos secos. El olmo está ahí para favorecer el despertar de la vida. La oleaginosa semilla del fresno, pariente cercano del olivo, el lilo o el aligustre, aguardará como hemos dicho hasta el invierno, pero acabará igualmente consumida, en este caso para que sus devoradores aguanten el invierno con una capa de grasa.
Como vemos todo tiene un porqué y en estas líneas os ayudaremos a descubrirlo.
Hasta la próxima cita".
Serie Botánica para todos en la Dehesa de la Villa:
- I - Flores y semillas de olmos y fresnos- II - Forsitia o campanilla china
- III - Floración de los cipreses
- IV - Floración de los almendros y los ciruelos rojos
- V - Floración de las praderas
- VI - Los pinos de la Dehesa
- VII - Veronica chamaepithyoides: planta desaparecida
- VIII - Cedros
- IX - Encinas
- X - Madroños
- XI - Retamas
- XII - Acacias
- XIII - Pinos caídos en la Dehesa de la Villa
- XIV - Álamos
Fascinante. Gracias por este estupendo post. Generalmente, vamos a los parques, jardines y bosques buscando esparcimiento, sin reparar en que "sus habitantes" tienen muchas cosas que enseñarnos. Gracias por mostrarlas!!
ResponderEliminarEnhorabuena, Jesús
Gracias a ti, Jesús, por seguirnos y dejarnos tus comentarios. Muy acertado éste, por cierto, cuando hablas de parques, jardines y bosques, pues la Dehesa es todas esas tres cosas en un solo espacio urbano. De ahí su singularidad. Esperamos que, de la mano de Andrés, este espacio nos ayude a todos a conocer un poco mejor la Dehesa y su vegetación.
ResponderEliminar