Nueva entrega de la serie Botánica para todos... en la que Andrés Revilla nos habla de los álamos y demás parientes.
"Pioveras, alamedas, temblares, paulares, choperas y negrales.
Del povo (Populus alba) deriva el término piovera, bosquete de povos. De temblón (P. tremula) deriva temblar, rodal o bosquete de temblones. De chopo (P. nigra) sale chopera. De populus sale popelar o Paular. Y de álamo alameda. Alameda es lugar poblado de álamos. Negral es rodal o masa de negrales o negrillos (Ulmus minor).
Ahora toca desenredar la madeja, que está muy liada. En Madrid siempre, ancestralmente, el término negrillo y derivados se usaba para denominar a los álamos negros u olmos.
En Recoletos había una antigua población denominada Valnegral asociada a un bosquete de olmos que crecían en el siglo XI junto al arroyo del mismo nombre.
Para hablar de bosquete de álamo blanco se decía piovera o povera, por alusión al povo. De ahí deriva el topónimo Soto Pavera, no por pavo sino por povo, árbol que en las riberas de Madrid formaba densos sotos.
El temblón es un tipo de álamo propio de las zonas frías de la montaña o valles altos. Conocido es el Cancho de los alamillos, cerca de Navacerrada y formado por esta especie. Temblar es un término infrecuente y muy raro o nulo en la toponimia de Madrid.
Chopera es término relativamente nuevo, de pocos siglos. Muy asociado a chopos plantados. En masa o alineaciones. Conocido es el paseo de La Chopera, del cual solo queda el nombre.
Y llegamos a alameda. El término es confuso pues en la Edad Media se hablaba indistintamente de álamo para referirse al álamo blanco o al negrillo. Parece que es término de origen mozárabe pero con muchas interferencias posteriores, como todos los vocablos de la rica jerga peninsular. Corominas atribuye el término al mozárabe por un documento en esta lengua del año 1218. Los árabes originan el término álamo al nombrar el romance olmo por la inexistencia de la “o” en su vocabulario. La zona cristiana usaba el término arcaico povo ya mencionado. En Pozuelo de Alarcón tenemos el arroyo Bularas flanqueado por olmos negrillos a los que en la zona los nativos de Pozuelo, que alguno queda, denominan álamos. Por referencias diversas sabemos que en Valdezarza había alamedas que se vendían o heredaban dejando constancia en la prensa escrita para regocijo de los que buceamos entre papeles viejos (Diario de Madrid, 26 de marzo de 1803).
La pregunta final es, ¿hubo en la Dehesa de Amaniel álamos blancos o negrillos, o ambos?
El negrillo ha sido tradicionalmente un árbol con un aprovechamiento total por parte de los agricultores, ganaderos y carpìnteros. Es un árbol que se plantaba y cuidaba como un preciado bien. Su madera de alta calidad y difícil de abrir se empleaba para soportes bajo el agua pues no se pudre en estas circunstancias. Se usaba para formar el tajo de los carniceros y leñadores. Por su resistencia al desgaste formaba partes esenciales en carros y ruedas. Su uso era ilimitado.
El álamo blanco se usaba principalmente como árbol de sombra en descansaderos de ganado, junto a cañadas y arroyos. Su madera de mala calidad apenas tenía uso.
¿Pudo la Dehesa antropizada albergar álamos de ambas especies? Sin duda hubo negrillos. Hasta el desarrollo agresivo de la grafiosis eran muy comunes, grandes y conocidos. Parece que la duda aparece en torno al álamo blanco, muy común en el Jarama, Manzanares o Guadarrama. ¿Lo pudo haber en las laderas y vallejos de la Dehesa de Amaniel? Hay que remontarse en el tiempo e imaginar una Dehesa mucho más húmeda, llena de manantiales que fluían hacia el Manzanares. Alguna noticia habla de lagunas en la Dehesa, pero son errores de ubicación. Son más bien charcas que se formaban en zonas de poca pendiente por debajo de lo que es hoy el CIEMAT. El álamo blanco precisa agua muy próxima para desarrollarse, casi se mete en el agua, se le adelantan los sauces y alisos. El olmo se aleja más del agua. Como el fresno la quiere cerca, pero a nivel freático, no superficial. En la dehesa tuvimos agua presente en todas las circunstancias. No podemos hablar de cursos de agua grandes y permanentes porque sería falso. Sí podemos en cambio hablar de agua constante. No faltaba. De ahí las captaciones para abastecer la capital. Sin duda la Dehesa contempló riberas de álamo blanco, como también había fresnedas y densas olmedas. Hoy es todo testimonial pues el hombre la ha alterado definitivamente.
Hoy podemos contemplar Ulmus minor, U. pumila y U. laevis, Populus alba, P. canescens, P. nigra, P.x canadensis y otros híbridos similares. Hay unos ejemplares magníficos de P. alba entre las calles San Gerardo y Federico Carlos Sainz de Robles, pero deben ser plantados o nacidos de manera espontánea tras urbanizarse Saconia. Recientemente el ayuntamiento ha plantado nuevos álamos blancos, un esfuerzo loable dirigido a recuperar la presencia de esta especie bella y poco conocida, arrinconada por los chopos papeleros cuyos clones han ocupado los viejos sotos “paveros”.
Como último una nota aclaratoria. Cuando en primavera los árboles hembra de chopos y álamos nos inundan el aire con sus “pelusas” lo que estamos viendo volar no es polen. Son sus semillas dotadas de pelos algodonosos que las ayudan a dispersarse y colonizar nuevas tierras. Son semillas frágiles, de escasa viabilidad, que mueren si no caen en zona húmeda. Por supuesto no causan alergia, pues como digo, no es polen.
Hasta la próxima cita
Serie Botánica para todos en la Dehesa de la Villa:
- I - Flores y semillas de olmos y fresnos
- II - Forsitia o campanilla china
- III - Floración de los cipreses
- IV - Floración de los almendros y los ciruelos rojos
- V - Floración de las praderas
- VI - Los pinos de la Dehesa
- VII - Veronica chamaepithyoides: planta desaparecida
- VIII - Cedros
- IX - Encinas
- X - Madroños
- XI - Retamas
- XII - Acacias
- XIII - Pinos caídos en la Dehesa de la Villa
- XIV - Álamos
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