Asociación Cultural Amigos de la Dehesa

16 de abril de 2012

Botánica para todos en la Dehesa de la Villa (X)

Nueva entrega de la serie Botánica para todos... en la que Andrés Revilla nos habla de los madroños.

"El Madroño, Arbutus unedo.
Tal vez uno de los arbolillos más ibéricos, el madroño es un amante de las brisas húmedas y los ambientes templados, de los veranos frescos y los inviernos suaves. Indiferente al tipo de suelo el madroño trepa riscos o medra en valles profundos. Para colonizar las rocas le ayuda su fruto, devorado por los animales, deliciosamente embriagador y de cuyas propiedades luego hablaremos.

Siempre verde y siempre adornado, su fruta le acompaña durante todo el año, pues lo emplea entero para madurar de un invierno a otro, época en la que echa las flores.

(Foto: A. Revilla, 2002)

Su aspecto lauroide delata su carácter subtropical y su origen en el Terciario, cuando Arbutus preunedo vivía en bosques de laurisilva tal como lo hace hoy Arbutus canariensis en la espesura de las selvas canarias.

Pertenece a la amplia familia de los arándanos, brezos, gayubas y brecinas, las ericáceas, siendo su representante europeo de más porte. Allí donde le dejan adquiere una copa compacta y un tronco vigoroso, conociéndose algunos ejemplares de hasta catorce metros de altura.

Puede legar a ser dominante y formar bosques espesos y uniformes, impenetrables y compactos, con un dosel de diez metros o más y un suelo siempre lleno de hojarasca y rica fauna siempre a la busca de su abrigo y humedad. Buenos ejemplos de madroñal los encontramos en Salamanca (El Madroñal, con 80 ha), Montes de Toledo y Cabañeros y el noroeste de Badajoz.

Empleo medicinal.
Ya hemos comentado que el fruto es embriagador. En realidad no lo es, aunque los síntomas de su excesiva ingesta sean similares. La arbutina es un complejo que afecta al cerebelo y provoca náuseas, desequilibrio, mareos y dolor de cabeza. A nivel intestinal su efecto diurético es algo más débil que el de la gayuba, con la que comparte la subfamilia Arbutoidea. En ambos el arbutósido se desdobla al contacto con las bacterias intestinales y libera hidroquinona. Esta actúa como antiséptico de las vías urinarias. Es además un buen detoxicante para la sangre. Su ingesta, sea en decocción de corteza u hojas o como fruta debe ser siempre moderada. El nombre latino de Arbutus unedo significa literalmente “arbolillo come uno” (unum edo), aludiendo a no comer en exceso para no “embriagarse”.

Usos más desconocidos.
Aunque afamado, el licor de madroño no es tradicional. No pasa de 30 años su fabricación en Madrid, donde en el barrio de Lavapiés empezó a comercializarse esta bebida en un pequeño local donde además hacían pastelería con su fruto. No es un licor al estilo del pacharán obtenido por maceración. El licor de madroño se obtiene destilando la fruta rica en azúcares.

Mal combustible en fresco, el carbón de madroño, conocido como breña, es de una calidad excelente y causa directa de la poca presencia del arbolillo. Al igual que su pariente el brezo blanco, el madroño debía dominar grandes extensiones en un pasado del que ya quedan pocos ejemplos. El nombre vasco gurrbiz significa “leño vivo”, en clara alusión a la energética manera de arder. En Castellón se ha recogido un refrán relacionado con su combustión que dice así: “Si quieres mal a tu mujer, llévale leña de madroño”, aludiendo a lo mal que arde en fresco. Este pirófito mediterráneo es capaz de rebrotar de raíz y cubrir rápidamente una zona abrasada con miles de chirpiales, siendo un eficaz autorrestaurador de su hábitat.

El uso más elaborado que conocemos es el documentado en 1811 en Orense sobre la extracción de azúcar de sus frutos hasta el punto de conocerlo como “árbol del azúcar”.

Su corteza se ha usado como curtiente de pieles. Su raíz tiñe de amarillo y su corteza de gris.

Usos jardineros y reproducción.
Si lo que queremos es llenar el monte de arbolillos debemos recoger frutos maduros y limpiar la pulpa con agua y una batidora. Las semillas obtenidas se extenderán en un semillero de unos 8-10 cm de profundidad y se cubrirán ligeramente. Con humedad continua el madroño germina en primavera. No debemos tocar las plántulas hasta que tengan al menos un año y su tallo se encuentre lignificado. Si las tocamos en estado herbáceo las jóvenes plantas morirán sin remedio. Su rápido crecimiento nos regala arbolillos de tres años con medio metro de altura, aptos para llevar al monte y verlos crecer.

Se puede encontrar en viveros especializados una bonita variedad de madroño conocida como “rubra” cuyas flores son de color rosado y otra denominada “minima” de porte enano. Además es posible encontrar especies foráneas como Arbutus canariensis y sobretodo A. x andrachnoides, de corteza rojiza y muy lisa, con un bello ejemplar en el Real Jardín Botánico de Madrid. Menos común es A. menziesii y A. hybrida. Aprovecharemos a decir que el género lo componen 24 especies distribuidas en el hemisferio norte: A. unedo en Europa occidental, A. canariensis solo en Canarias, tres especies más en Eurasia y el resto en Norte y Centroamérica.

En la Dehesa ha sido plantado en diferentes localizaciones, encontrándose los mejores ejemplares cerca de los cedros y alcornoques que hemos mencionado en otros capítulos de la serie.

Siempre que se escribe sobre el madroño hay que hablar de Madrid, por lo del escudo. Es sabido que en Madrid provincia el madroño escasea mucho. En un pasado debió abundar más. Como testigo queda el topónimo Madroñal, aplicado a un monte de 844 m situado junto al río Aulencia en Villanueva del Pardillo y con una buena representación de la especie, aunque la finca es privada y no se puede visitar. Merece la pena acercarse a ver el ejemplar de la plaza de la Lealtad.

Nombres vulgares.
No le faltan a nuestro arbolillo nombres propios. Su extremada variedad refleja la heterogeneidad de nuestra cultura y el enorme saber popular de la gente de campo.

Castellano (que no sólo en Castilla): Madroñero-a, madroña, madrollo, merodo, albocera, alborocera, aborío, borto, albornos.

Portugués y gallego: Medronheiro, ervedo, ervedeiro, herbedo, érbedo, erbedro, erbedeiro-a, bedreiro, bedeiro, morongueiro, moroteiro, morodeiro, amorote, morote, morodo, ambrolo. Meisueiro en El Caurel.
Asturias: Calbedro, arbedeiro, borrachinal, caxigo, muérdano, yérbode.

Catalán: Arboc, arbocer, arbocera, arboçó, alborcó, alborcer, calboix, albrocer, alberconer, ambrocer, llipotet, llipoter, llicutet, cirerer de arboc, cirerer de llop, cirerer de pastor.

Eusquera: Gurrbiz, gurrbits, gurrbis, gurrbiski, gurrguski, kurrpits, kurrpiti, kurrpitz, kurrkuts, kulubiz, burrbutx, burrbuz, burbuza, burbiz, burguiz, burgux, kaudan, kaudana, ania-mania, animania, gurbistondo.

León: Madroño, madroñera, madroñal, madroñero, albornio, arbedeiro, hérbedo, alolico, alborto, muerganal, abortal, aborio. Merodo es propio de Villafranca de El Bierzo.

Asturias-León: Borrachinal, borrachineiro, marojo.

Andalucía: Arbusto.

Badajoz: Beduño

Mallorca: Arbossera

Menorca: Arbosser.

Navarra: Modrollos, berrubiete.

Aragón: Modrollera. Alborcel en Huesca.

Valencia: Alborsera.

La fruta: madroño, muérgano, borrachicos, borrachines, aloboniu, muédranos. Ameixos en El Caurel.

La flor: Flor de borrachin (Cabo de Peñas).

El bosque: albortal, albornial, alborocera, madroñal.

Los nombres madroño, morote y similares, provienen del prerromano “morotonu” y su variante “morotoneu”. Tal vez este nombre se relaciona con el bereber “árbol del morabito”, madroños retorcidos sobre os que cuelgan ofrendas los desafortunados con deformaciones corporales.

En eusquera borobil significa esférico y en castellano una borla es un adorno textil esférico denominado también madroña, muy popular en los trajes goyescos madrileños. Tenemos pues una posible relación entre borla-borto-albornio-abortal.

En bable se denomina marojo también al muérdago, cerrando así otro círculo de relaciones entre marojo y muérdago con marojo-muérgano y madroño.

Hasta la próxima cita."


Serie Botánica para todos en la Dehesa de la Villa:
- I - Flores y semillas de olmos y fresnos
- II - Forsitia o campanilla china
- III - Floración de los cipreses
- IV - Floración de los almendros y los ciruelos rojos
- V - Floración de las praderas
- VI - Los pinos de la Dehesa
- VII - Veronica chamaepithyoides: planta desaparecida
- VIII - Cedros
- IX - Encinas
- X - Madroños
- XI - Retamas
- XII - Acacias
- XIII - Pinos caídos en la Dehesa de la Villa
- XIV - Álamos

2 comentarios:

  1. Completísimo artículo. No sabía que el madroño tuviese tantos usos... Me quedo sorprendido. Enhorabuena!

    ResponderEliminar
  2. Amigos de la Dehesa18 de abril de 2012, 10:31

    Efectivamente, Jesús, sorprende la variedad de usos y la gran cantidad de nombres que recibe tan popular arbolillo madrileño. Trasladamos la felicitación a Andrés Revilla, que, como siempre nos acerca la botánica de manera amena e interesante. Gracias por la visita y el comentario.

    ResponderEliminar