Blog de la Asociación Cultural Amigos de la Dehesa de la Villa
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Visitas guiadas: ruta Huellas con Historia 24-3-2012

30 de marzo de 2012

Sobre la ruta que realizamos el pasado sábado 24 de marzo dentro del programa Escuela de Invierno del CIEA de la Dehesa de la Villa.

En nuestro propósito de colaborar en la divulgación de los valores de la Dehesa de la Villa, el pasado fin de semana llevamos a cabo la primera ruta en colaboración con el CIEA, dentro de su programa de actividades Escuela de Invierno, colaboración que esperamos repetir en próximas ocasiones.

Como suele ser habitual, nos gusta dejar un pequeño testimonio gráfico de las visitas y solicitamos para ello a los participantes que nos envíen un breve texto con sus impresiones sobre el paseo y las fotografías que han tomado, lo que no siempre conseguimos. En esta ocasión, tenemos que agradecer a los hermanos Pérez Andrés el texto que nos han enviado y a Cristina las fantásticas fotos que nos ha cedido; lamentablemente, por problemas de espacio, no podemos publicarlas todas.

Curiosa imagen de sombras en la que a alguno de los pinos parece haberle crecido piernas.
(Foto: Cristina Pérez Andrés, 2012)

"Para esta ruta por la Dehesa de la Villa, para la que Adolfo hizo de guía, nos reunimos 10 personas, entre las que estábamos 5 de los 6 hermanos que crecimos en el número 47 de la calle Tremps.

A la izquierda, el grupo, internándose por los pinares de la Dehesa. A la derecha, preciosa imagen de una paloma en el instante antes de posarse sobre una rama.
(Fotos: Cristina Pérez Andrés, 2012)

Antes de iniciarla, nos enseñaron el centro información y educación ambiental (CIEA) y después nos dirijimos a la Casa del Escudo, que en la actualidad utiliza la Asociación de Padres por la Integración de San Federico.

Arriba, escuchando las explicaciones de Adolfo Ferrero, vicepresidente de la Asociación, delante de uno de los capirotes del Viaje de agua. A la derecha, una de las pocas fuentes que quedan de las que se instalaron cuando se hizo la transformación de la Dehesa a finales de los años 60.
(Fotos: Cristina Pérez Andrés, 2012)

Desde ella fuimos a ver el primer capirote del Viaje de Agua de Amaniel y nos acercamos al mirador desde el que se puede contemplar la sierra de Guadarrama. En él Adolfo nos explicó que el motivo para plantar los pinos de la Dehesa de la Villa tuvo como objetivo mejorar la salud de los madrileños, poniendo una barrera de árboles entre la sierra y la ciudad, con el fin de evitar las bajas temperaturas.

Dos de las vistas que pueden apreciarse desde los miradores de la Dehesa. Arriba, hacia la sierra de Guadarrama y debajo hacia la Casa de Campo.
(Fotos: Cristina Pérez Andrés, 2012)

Vimos también algún resto de las trincheras de la guerra civil, la fuente de la Tomasa, el cerro de los locos (donde entrenaba, entre otros, el boxeador Young Martin, el zurdo de Cuatro Caminos, que era primo de nuestro padre, por lo que nos hemos comprometido a aportar alguna fotografía suya), y anduvimos por encima del canalillo (que llegamos a conocer sin tapiar) y lo recorrimos hasta la confluencia de las calles Tremps con Valsferrera, donde quedó exactamente situada la ubicación de los Jardines Nilo y Casa Gorris, los cuales formaban parte de una misma finca, según apuntó un viandante.

Entrada la primavera, contraste de colores entre las plantas que pudimos ver por la Dehesa.
(Fotos: Cristina Pérez Andrés, 2012)

Terminamos nuestra ruta recorriendo la calle Tremps, para volver al pinar por la calle Francisco de Diego y refrescarnos con una cervecita en el Kiosco de la Paloma."

A la izquierda, ventanal de una de las antiguas casas de la c/ Tremps. Además de por su belleza, esta casa es muy conocida en el barrio por un incendio que en ella hubo allá en los años 50: con motivo de un robo se inflamaron materiales ópticos que había almacenados (la casa pertenecía a una familia de ópticos muy conocida) y hubo que desalojar toda la calle, con el consiguiente susto para los vecinos.
A la derecha, la vieja fuente de la esquina de Tremps con Tirvia; según la fecha de fundición, data de 1910.
(Fotos: Cristina Pérez Andrés, 2012)


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Guía micológica de la Dehesa de la Villa: Fichas 20, 21 y 22

22 de marzo de 2012

Ficha 20 (Coprinus atramentarius), Ficha 21 (Marasmius oreades) y Ficha 22 (Peziza vesiculosa) de la Guía Micológica de la Dehesa de la Villa, de José Castillo Pollán, Josetas.

Recién estrenada la primavera, presentamos tres nuevas fichas de setas que pueden encontrarse con más facilidad durante esta estación en la Dehesa.

Recordamos a todos los lectores el riesgo de consumir las setas de la Dehesa, incluso aquellas identificadas como comestibles, tal como explicamos en la presentación de la Guía micológica.

Ficha 20: Coprinus atramentarius

(Foto: J. Castillo; tomada en la Dehesa de la Villa, 01-03-2008)

Coprinus: proviene del griego kopros, excremento, por su hábitat preferente en lugares estercolados.
Atramentarius: del latín, atramentum, tinta negra, por ser delicuescente y volverse en tinta al madurar.

Sombrero: primero, campanudo; después aplanado. De color grisáceo amarillento y de entre 2 y 6 cm de altura en estado joven.

Pie: de color blanco y tamaño 5 - 12 cm x 1 - 2 cm.

Láminas: blanquecinas grisáceas y, al madurar, negras de forma libres al pie.

Esporada: de color negra.

Toxicidad: es comestible, pero resulta tóxica si se consume junto con bebidas alcohólicas. De ahí que se la conozca también como seta antialcohólica, por ser usado en tratamientos contra el alcoholismo.

Notas: especie rara y poco habitual en la Dehesa de la Villa, sólo se ha encontrado en la fecha de la fotografía, en una zona donde se había extendido madera muerta en descomposición.

Ficha 21: Marasmius oreades

(Foto: J. Castillo; tomada en la Dehesa de la Villa, 01-03-2008)

Marasmius: del griego marasmós, consumido, extenuado, por su extrema delgadez.
Oreades: por las Oréades de la mitología griega, ninfas de los prados, por los círculos que forman ("corros de brujas").

Sombrero: de forma acampanada a plana con un mamelón bien marcado. De color pardo en tiempo lluvioso y crema pálido en seco y entre 2 - 6 cm.

Pie: de color similar al sombrero, cilíndrico y elástico, de 3 a 8 cm x 0,4 cm.

Láminas: más pálidas que el sombrero, desiguales, espaciadas y libres.

Esporada: de color blanca.

Toxicidad: es un buen comestible, sin abusar de ella; contiene ácido cianhídrico que, en grandes cantidades, podría conllevar intoxicaciones.

Notas: especie muy abundante en algunos años, tanto en otoño como en primavera. Nace en grandes cantidades y suele formar corros o hileras.

Ficha 22: Peziza vesiculosa

(Foto: J. Castillo; tomada en la Dehesa de la Villa, 29-03-2009)

Peziza: del griego pèzis, terrestre, por carecer de pie o ser muy corto.
Vesiculosa: del latín, vesicula, ampolla, por su himenio lleno de pequeñas ampollitas.

Apotecios: de hasta 2,5 cm de diámetro; al principio, globoso y hueco y luego se va abriendo tomando una forma redonda o alargada y terminando en forma de copa.

Pie: normalmente sin pie, puede presentar uno pequeño, de color amarillento o pálido.

Esporada: de color blanco.

Toxicidad: no comestible.

Notas: especie poco frecuente, es el primer Ascomiceto que encontramos, lo que demuestra la gran variedad de especies de la Dehesa de la Villa. Hasta la fecha, sólo lo hemos encontrado una vez, en la fecha de la fotografía, sobre madera degradada depositada alrededor de unas plantas ornamentales al lado del CIEA de la Dehesa.

Guerra Civil: aparece un proyectil en unas obras en la C/ Adrián Andrés

15 de marzo de 2012

Sobre un obús de la Guerra Civil aparecido en el transcurso de unas obras en la esquina de la calle Adrián Andrés con San Gerardo, cerca de la Dehesa de la Villa.

El 22 de febrero, con motivo de las obras de cimentación de un nuevo edificio en el nº 1 de la calle Adrián Andrés, en la zona antiguamente conocida como Las Suertes, apareció un obús de unos 60 cm de longitud x 20 cm de ancho.

La cabeza del proyectil en el momento de su hallazgo.
La imagen nos ha sido cedida por el encargado de obra de Lontana Sureste, la empresa que está construyendo la nueva vivienda; les agradecemos enormemente su colaboración y la información proporcionada.

La existencia del proyectil se sospechaba desde hacía tiempo. Antonio Fernández López, vecino de la misma calle, ya había informado cuando comenzaron las obras de la nueva vivienda, en el mes de enero pasado, de que en el pozo artesiano de la antigua vivienda había enterrado un proyectil, sin explotar, lanzado en 1937/38; no en vano, durante toda la contienda, los vecinos de la zona sufrieron lo que ellos llamaban "el recordatorio": bombardeos entre las 5:30-6:30 de la tarde, desde la Cuesta de las Perdices en la Carretera de la Coruña, en dirección hacia Tetuán de las Victorias y Cuatro Caminos. Sin embargo, los encargados de obra nos comentaron que la cabeza del obús, tal como se encontró, apuntaba precisamente en sentido contrario, hacia la Carretera de la Coruña. No podemos, pues, confirmar desde dónde se disparó el obús ni qué ejército lo hizo.

El abuelo de Antonio comentaba siempre la existencia del proyectil en el pozo de la vivienda de la señora Auria. Pasados más de 20 años de la contienda avisaron a los artificieros de la policía, advirtiendo que estaba sin explotar. Acudieron a la vivienda, lo inspeccionaron, lo miraron, desaguaron el pozo, pero no lo tocaron. Decidieron que lo mejor era echar tierra encima y allí lo dejaron.

Imagen antes de su demolición de la antigua casa en Adrián Andrés 1, esquina S. Gerardo, en cuyo patio estaba el proyectil. La casa se había construido entre 1950-1955, sobre el obús.
(Foto: A. Morato, 2010)

Al comenzar el derribo de la casa antigua y cimentación de la nueva, en enero de 2012, Antonio ya advirtió al encargado de la obra. Hace unas semanas, trabajando con la pala excavadora, notaron algo raro. Avisaron al encargado, que bajó al pozo, y vieron que había un obús intacto. Dieron voz de alarma, abandonaron la obra y llamaron a la policía. Acudieron artificieros, el SAMUR, Policía Municipal, transporte especial de bombas, incluso con un vehículo extra por si se averiaba el que lo llevaba... Se cortaron todas la calles adyacentes y se evacuó a los vecinos de los números 3,5 y 7 de Adrián Andrés durante las casi 5 horas que se tardó en extraer el proyectil, que estaba incrustado en la tierra. Incluso parece ser que se plantearon explosionarla allí mismo, pero se desestimó porque la punta estaba algo fisurada y temían que pudiera explotar en cualquier momento.

Arriba, vista general del lugar donde apareció el obús (el agujero encima y a la izquierda de la marca P6 en azul).Debajo, vista de detalle del agujero, donde puede apreciarse la marca de óxido dejada por la parte trasera del proyectil.
(Fotos: A. Morato, 2012)

Por informaciones proporcionadas por Antonio Fernández, no resultaría extraño el hallazgo del proyectil, pues a unos 100 m de la citada vivienda había dos cuevas grandes de armas con abundancia de material bélico para la defensa de esta zona. Incluso está convencido de que deben quedar bayonetas en un pozo que debe estar situado en terrenos actualmente ocupados por la clínica López Ibor y que antiguamente eran propiedad de una finca denominada "La Huertuca". Situada entre las calles San Gerardo, Luisa Andrés y Dr. Juan José López Ibor (anteriormente Nueva Zelanda y antigua Carretera de Peña Grande), la Huertuca era un caserío a la antigua usanza, con vaquería incluida, que regentaban Asunción, su marido y su hermano Pepe, conocido entre los vecinos como "el Chepa".

Vista aérea de la zona donde estuvo la Huertuca. Señalizada con una flecha roja, la casa que había en el solar donde apareció el obús; a su derecha, la clínica López Ibor.
(Foto: Bing Maps, 2010)

Izquierda: la zona de la Huertuca vista desde abajo. La casa del obús es la de arriba a la izquierda; enfrente, a la derecha, la clínica López Ibor.
Derecha: restos de una noria que aún pervive en el solar entre las calles S. Gerardo y Luisa Andrés, terrenos que fueron de la Huertuca.
(Fotos: A. Morato, 2010)

No es la primera vez que aparecen obuses en la Dehesa o sus alrededores. Nos contaba Simón, actual propietario del quiosco de la Paloma, que cuando se realizaban las obras del nuevo quiosco en 1972 también encontraron proyectiles sin explotar; avisada la Policía se los llevó inmediatamente.

Más recientemente, en junio de 1994, apareció otro obús en las obras de construcción de una nueva urbanización en la zona comprendida entre las calles Isla de Oza, Mecánico Rada e Islas Marianas (zona de la que, por cierto, nos hemos ocupado recientemente al hablar de los Campos Elíseos de la Dehesa de la Villa en la Huerta del Concejal). En aquella ocasión, los artificieros decidieron hacerla explotar allí mismo. Algunos vecinos aún recuerdan la enorme explosión, que sacudió e hizo vibrar los cristales de las casas vecinas e incluso que abundantes restos de metralla traspasaron el cordón de seguridad establecido impactando contra viviendas en las calles Federico Carlos Sáinz de de Robles, Aguilar de Campoo...

Arriba, panorámica de la zona donde se encontró el obús de 1994.
Debajo, restos de metralla recogidos fuera de la zona de seguridad después de la explosión.
(Fotos: autor no especificado, 1994; Revista Dehesa de la Villa)

Actualizaciones

17-04-2012. La noticia en los medios.
A raíz de la aparición de un proyectil en un encinar cercano al campus de la Universidad Francisco de Vitoria la pasada semana, la noticia sobre el obús de la C/ Adrián Andrés ha atraído la atención de los medios y Europa Press (15-04-2012) ha publicado una noticia de agencia que ha sido recogida en varios periódicos:
- La Razón (15-04-2012)
- ABC (15-04-2012)
- QUÉ (15-04-2012)
- La Vanguardia (16-04-2012)

Los Campos Elíseos de la Dehesa de la Villa: proyectos no realizados, 1924

7 de marzo de 2012

Sobre un proyecto de 1924 para la instalación de un complejo de recreo en la Huerta del Concejal, en las proximidades de la Dehesa de la Villa.

Ocio y esparcimiento a finales del S. XIX y principios del XX: jardines de recreo y Campos Elíseos.
El concepto de ocio y tiempo libre nace con las sociedades urbanas a lo largo del S. XIX. Anteriormente, en las sociedades agrarias tradicionales el tiempo venía determinado por los ciclos agrícolas y el escaso tiempo no productivo estaba, en lo esencial, organizado por la Iglesia o los poderes públicos. Es con el florecimiento de las sociedades urbanas cuando el tiempo libre deja de ser exclusivo de la nobleza para empezar a formar parte de la vida burguesa, comenzando a perfilarse la idea de ocio como alternativa individual a la actividad profesional. Se requiere para ello la creación de nuevos espacios públicos para la sociabilidad, el esparcimiento y la diversión: se abren grandes avenidas con bulevares; los parques y jardines, hasta entonces adscritos a propiedades señoriales, comienzan a ser accesibles a los ciudadanos, que buscan en ellos espacios para el paseo y el recreo. Aparecen nuevas actividades y proliferan los locales de entretenimiento (teatros, casinos, cafés, cines, bailes, merenderos, etc.); y, por lo que a nuestro artículo de hoy concierne, aparecen los jardines de recreo…

Conocida imagen del Paseo de Recoletos de Madrid que ilustra perfectamente el uso de los espacios públicos como lugares de socialización y entretenimiento a finales del S. XIX y principios del XX.
(Foto: Hauser y Menet, entre 1906 – 1910; Memoria de Madrid)

Eran los jardines de recreo espacios polivalentes de ocio, principalmente dirigidos a las clases acomodadas, si bien hubo algunos otros más populares. Se ubicaban en espacios abiertos a las afueras de las ciudades, generalmente en zonas verdes o en terrenos proyectados para los nuevos ensanches, por lo que muchos de ellos tuvieron un carácter provisional. Concebidos para el verano y parte de primavera-otoño, disponían de amplios jardines y zonas recreativas y de restauración; sus construcciones, generalmente desmontables por ese carácter de provisionalidad comentado, albergaban todos los espectáculos y atracciones al uso de la época (teatro, conciertos, circo, toros, baile, deportes, exhibiciones diversas –globos, monstruos, fieras…-, montaña rusa, etc.).

Se pusieron muy de moda a partir de la segunda mitad del S. XIX y se extendieron prácticamente por todas las grandes ciudades, en muchas de ellas con la denominación de Campos Elíseos (en la mitología griega, lugar delicioso donde se suponía que iban las almas de los que hubieran merecido este premio). Los primeros Campos Elíseos de los que hemos hallado noticia se levantaron en Barcelona en 1853; los hubo también en Bilbao, Cádiz, Gijón, Zaragoza… Por su parte, Madrid tuvo sus Campos Elíseos entre 1864 y 1881 cerca del Retiro (entre las calles Alcalá, Castelló y Velázquez); y, posteriormente, unos Nuevos Campos Elíseos en el entorno de la Fuente del Berro entre 1900 y 1902.

La Dehesa de la Villa, lugar de expansión para el pueblo madrileño.
No es de extrañar que se planteara la construcción de unos terceros Campos Elíseos en la Dehesa de la Villa, habida cuenta de la popularidad que la Dehesa había adquirido como zona de esparcimiento desde comienzos del S. XX. Recordemos que en febrero de 1901 el Estado había cedido la Dehesa al Ayuntamiento para destinarla a usos benéficos y sociales; además de construir el Asilo de La Paloma y las Escuelas Bosque, se abrió la Dehesa para uso y disfrute de todos los madrileños, convirtiéndose enseguida en uno de los espacios de expansión preferidos, especialmente entre las clases menos acomodadas, y lugar de celebraciones populares (fiesta del árbol, banquetes de promiscuación, fiestas obreras del Primero de mayo...).

Varias son las razones que explican la popularidad entre las clases más humildes de la Dehesa de la Villa frente a otros parques madrileños, como El Retiro o el Parque del Oeste: la céntrica ubicación de estos otros parques; la prohibición en ellos de dejar entrar solos a los niños, que favorecía a las clases altas cuyos niños accedían acompañados por una legión de nurses y niñeras; la estrecha vigilancia a que estaban sometidos (se expulsaba a los niños mal vestidos o que andaban solos); un horario estricto de apertura, incompatible con las jornadas obreras; el diseño de los parques urbanos, impecables desde el punto de vista estético, pero impracticables para las actividades de esparcimiento más populares (jugar, tumbarse en el césped, correr, saltar, merendar, etc.)... poderosas razones todas ellas que justifican la preferencia de las clases populares por la Dehesa de la Villa y otras zonas verdes aledañas (La Moncloa, los Viveros de la Villa, el pinar de Puerta de Hierro...).

Curiosa imagen de un domingo en la Dehesa de la Villa: “después de la merienda, un poquito de gallina ciega”.
(Foto: Cervera; Estampa, 1929; Hemeroteca BNE)

Nada mejor que las palabras de Pedro de Répide, cronista oficial de la Villa de Madrid, para resumir “lo que para la salud y la expansión del pueblo de Madrid significa la Dehesa de la Villa. El aire y el sol que allí se encuentran los domingos millares de personas les sirve para sostenerse durante el resto de la semana en el estrecho ambiente de las viviendas del interior de la capital, y de oficinas y talleres. Sanatorio para los dolientes, lugar de reposo para los fatigados, paraje amable a los melancólicos y a los enamorados, campo de esparcimiento a los sanos y alegres, que hallan en los pinares un aliento vivificador”.

Los Campos Elíseos de la Dehesa de la Villa.

Localizamos en la Biblioteca Histórica de Madrid (Depósito Colecciones Especiales) la Memoria del proyecto elaborada por la Sociedad, de donde se han sacado los textos entrecomillados que siguen a continuación. A petición nuestra, la Memoria ha sido digitalizada y puede consultarse en Memoria de Madrid.

En 1924 se crea en Madrid la Sociedad Anónima Campos Elíseos de la Dehesa de la Villa, con el objeto de construir un “Parque de recreos dentro del alcance de todas las fortunas” en terrenos de la Huerta del Concejal, en las proximidades de la Dehesa.

La Sociedad estaba dirigida por el Marqués de Astorga (Presidente) y Federico García-Patón (Vicepresidente), e integrada por Agustín Gallego, Niceto García y García, Cecilio Isasi, Félix Martínez Verdet, Jesús Martínez Bernaldo de Quirós, Alejandro Mendoza, Miguel Almoneda y Federico Villar Guerra (Vocales). Se constituyó con un capital social de un millón de pesetas, dividido en 2.000 acciones de 500 pesetas, que pretendían fueran suscritas por los propietarios, comerciantes, industriales y vecinos de Cuatro Caminos, Bellas Vistas, Dehesa de la Villa, Peña Grande, Fuencarral… motivándoles con que “dejando aparte el remunerador interés que ha de producirles el capital que suscriban deben considerar las ventajas inmensas y enormes beneficios que reportan siempre estos negocios de atracción de grandes masas de público”.

Veían la oportunidad de negocio en el hecho de que Madrid, por aquel entonces “una capital de más de un millón de almas […] no cuenta en sus alrededores, como otras grandes poblaciones extranjeras, con un gran Parque de recreos […] dotado de toda clase de diversiones instaladas en lugares y edificios adecuados a su objeto dentro de cada época del año; parque donde los miles y miles de personas que buscan esparcimiento para el ánimo y oxígeno para los pulmones encuentren, en los días festivos, en las tardes de primavera y otoño y en las calurosas noches de verano, lugar espacioso y alegre donde realizar tan natural deseo.

Ubicación: la Huerta del Concejal.
Se escogió la Dehesa de la Villa porque “a sus condiciones de salubridad e higiene une las de la belleza del paisaje […] rodeado de frondosos pinares, orientado con grandiosas vistas a la Sierra del Guadarrama”. Otro factor determinante para la elección del entorno de la Dehesa era su “fácil y económico acceso desde el centro de la urbe […] unido a la Glorieta de Cuatro Caminos (estación terminal del Metro) por las amplias y bien urbanizadas calles de Bravo Murillo y Francos Rodríguez, en una extensión de dos kilómetros y medio que recorren los tranvías en siete minutos, y cruzado por las carreteras de El Pardo y Peña Grande”.

En concreto, pretendían ubicarlo en la denominada Huerta del Concejal, “una hermosa finca situada en la antigua Carretera de Peña Grande (hoy Avenida de Alfonso XIII), a 200 metros de los Asilos de La Paloma, colindante con los pinares y con agua abundante por estar cruzada por el canalillo”.

Ubicación de los Campos Elíseos de la Dehesa de la Villa.
(Plano: autor ilegible, 1924; Memoria de Madrid)

La Huerta del Concejal era una extensa finca en las inmediaciones de la Dehesa, poblada de “árboles frutales y de sombra, de toda clase de rosales y otra gran variedad de flores”. De entre las numerosas huertas que poblaban la zona, era una de las más importantes; no en vano dio nombre a una de las paradas del tranvía a Peña Grande, cuya historia puede consultarse en Historias Matritenses (Tranvía de La Paloma (I), Tranvía de La Paloma (II) y Tranvía de La Paloma (III)).

Localización de los Campos Elíseos y la Huerta del Concejal.
Para poder comparar, se ha tenido que rotar el plano de la memoria a orientación norte (izquierda); se ha recortado la silueta del original y se ha realizado una transposición a escala sobre una vista aérea actual (plano de la derecha), donde se ha sombreado en azul la ubicación: lindaba al este con las actuales Avenida de Trajano (denominada en la Memoria Avda. de Alfonso XIII, nombre que mantuvo hasta 1941), la calle Isla de Oza, (el original camino o carretera a Peña Grande) y la calle Antonio Machado; al oeste, lindaba con la actual calle Isla Alegranza y el canalillo; al norte, se extendería más allá de Isla de Oza, ocupando parte de la actual manzana entre las calles de Federico Carlos Sainz de Robles y Antonio Machado; al sur, limitaría con la calle Nueva Caledonia.
(Montaje de elaboración propia sobre Ortofotomapa Total Comunidad 2011; Planea CAM)

Instalaciones.
Se pretendía dotar al complejo de ocio de las siguientes instalaciones (las letras indican su ubicación en el mapa original):

A) Campo de fútbol: proyectado en una superficie de 106 m de longitud por 74 m de ancho, capaz de albergar hasta 20.000 espectadores en localidades numeradas.

(Dibujo: autor ilegible, 1924; Memoria de Madrid)

B) Plaza de toros: sobre una superficie de 30 m de diámetro de redondel, por 70 m de diámetro exterior, tendría capacidad para 10.000 espectadores en localidades numeradas. Al igual que el campo de fútbol, dispondría de iluminación artificial para festivales nocturnos ya que, además de albergar novilladas “con afamados novilleros y buenas ganaderías” serviría también como recinto para bailes, cine, conciertos, fuegos artificiales, romerías, lucha grecorromana, boxeo…

(Dibujo: autor ilegible, 1924; Memoria de Madrid)

C) Piscina de natación: de 66 m de longitud por 20 m de anchura, con pabellón y departamentos para duchas y baños calientes.

D) Restaurante: el proyecto incluía también un original restaurante, con capacidad para 800 comensales, en forma de vapor trasatlántico fondeado en el centro de un estanque de 3.000 m3 de agua. Además de las comidas, se darían también en él fiestas amenizadas por las orquestas de moda en la época.

(Dibujo: autor ilegible, 1924; Memoria de Madrid)

E) Pistas de tenis: contaría asimismo con diversos y espaciosos campos de tenis, con un original kiosco para cervecería y chocolatería.

F) Vaquería: el complejo proyectaba también “una artística vaquería con establos montados con arreglo a los más modernos adelantos de salubridad e higiene”.

Por último, se construiría un templete para banda de música, un frontón de pelota y un “corro de bolos al estilo montañés”.

Planificación.
El propósito era abrir el parque, el bar-restaurante y la vaquería de inmediato, aprovechando provisionalmente edificios existentes en la Huerta del Concejal.

Para el resto de las instalaciones, se proyectaba comenzar las obras en enero de 1924, planificándose la inauguración escalonada de las instalaciones a medida que se fueran terminando: el campo de fútbol, en abril de ese mismo año; el barco-restaurante, en junio; y la plaza de toros, para la temporada de otoño.

Resultado.
Que sepamos, el proyecto no prosperó. No sabemos si por problemas con las licencias, falta de acuerdo con la propiedad de la Huerta del Concejal o porque no se cubrió la suscripción de acciones de la Sociedad.

Sin embargo, una noticia de prensa de febrero de ese mismo año de 1924 curiosamente hace referencia a los Campos Elíseos de la Dehesa de la Villa. Al detallar el recorrido del Campeonato Nacional de ‘Cross-country’ de ese año, que transcurría por terrenos de la Dehesa y aledaños (Metropolitano, Cantarranas, Moncloa, Puerta de Hierro…), se menciona la piscina y casas de los Campos Elíseos.

Fuera de ésta, no hemos hallado ninguna otra referencia a los Campos Elíseos. Es posible que, tal como estaba previsto inicialmente, se iniciara alguna actividad en los edificios existentes en la Huerta del Concejal y se hiciera algún tipo de promoción del parque de recreo, de ahí que apareciera mencionado en el recorrido del cross apenas un mes después de publicada la Memoria. En cualquier caso, una revisión detallada de las vistas aéreas de los ortofotomapas de épocas posteriores no permite vislumbrar la existencia del complejo de ocio tal como fue proyectado.

Pozo hallado en un solar próximo al canalillo, en terrenos que fueron de la Huerta del Concejal. Aunque no lo hemos podido confirmar, bien pudo haber pertenecido en su día a la Huerta del Concejal.
(Foto: A. Morato, 2012)

Tampoco queda en el recuerdo de los vecinos del lugar ningún rastro de los proyectados Campos Elíseos. Sí permanece en su memoria la Huerta del Concejal (también conocida por algunos como Huerta de la 'Conce', por una de las guardesas que tuvo); se mantuvo en funcionamiento hasta los años 60-70 del pasado siglo, despareciendo para dejar paso a viviendas, al paseo del canalillo, al parque y campos de deporte que actualmente existen sobre el túnel de Sinesio Delgado, entre Isla de Oza y Antonio Machado.

Resultaría en vano plantearse en esta ocasión, a diferencia de como hemos hecho con otros proyectos no realizados, si se habría salido ganando o perdiendo de haberse llevado a cabo los Campos Elíseos. No hay más que ver lo ocurrido con otros parques de recreo similares que hubo en Madrid y cómo el desarrollo urbano ha transformado toda la zona alrededor de la Dehesa de la Villa para intuir que, de ningún modo, los Campos Elíseos hubiesen llegado hasta nuestros días.

Arriba, dos imágenes de los terrenos de la Huerta del Concejal en pleno proceso de urbanización allá por la década de los 80. A la izquierda, vista hacia el norte: se puede apreciar la calle Antonio Machado, el final de la calle Aguilar de Campoo y, al fondo, el Barrio del Pilar. A la derecha, vista hacia el sur, hacia la Dehesa de la Villa: se pueden apreciar unas casas muy representativas que aún permanecen en las calles Islas Marianas, Aviador Franco e Isla Alegranza.
(Fotos: F. Álvarez, entre 1979 - 1989)
En el medio, más o menos esos mismos escenarios en la actualidad.
(Fotos: A. Morato, 2012)
Debajo, los terrenos de la Huerta del Concejal entre Isla de Oza, Federico Carlos Sainz de Robles y Antonio Machado en la actualidad. Entre los edificios aún se divisan las “grandiosas vistas a la Sierra de Guadarrama”, tal como indicaba la Memoria de los Campos Elíseos de la Dehesa de la Villa en 1924.
(Foto: A. Morato, 2012)

Bibliografía:
- Amigos de la Dehesa (2010): Expediente sobre la revisión de la cesión de la Dehesa de la Villa o de Amaniel
- Ariza Muñoz, C. (1988): Jardines de recreo en Madrid: los llamados Campos Elíseos
- Ariza Muñoz, C. (2001): Jardines que la Comunidad de Madrid ha perdido
- Moral Ruiz, C. (2001): Ocio y esparcimiento en Madrid hacia 1900
- Pozo Andrés, M. M. (1993-1994): Utilización de parques y jardines como espacios educativos alternativos en Madrid (1900-1931)
- Rodríguez de la Croix, L. (1924): Campos Elíseos de la Dehesa de la Villa. Memoria
- Sánchez Menchero, M. (2009): Cinco cuadros al fresco. Los jardines de recreo en Madrid (1860-1890)
- Villacorta Baños, F. (2001): Madrid, 1900. Sociabilidad, ocio y relaciones sociales