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El extraño suceso de la mujer muerta en la casa misteriosa de Peña Grande

3 de septiembre de 2012

Sobre el caso de una mujer, fallecida en “la casa del misterio” de Peña Grande en 1935, que parecía seguir con vida dos días después de su muerte... y localización de la misteriosa casa.

En anteriores ocasiones hemos mostrado en este blog nuestra afición a rastrear e investigar fotografías antiguas, tratando de averiguar dónde fueron tomadas y comparar cómo han cambiado esos escenarios en la actualidad. En esta ocasión, la investigación comenzó a raíz de la aparición en el foro Urbanity de unas fotos que llevaban por título Hotel de Peña Grande en Fuencarral. Para quien no lo conozca, diremos que Urbanity es un foro con multitud de hilos abiertos sobre temas varios de Madrid y otras ciudades; en uno de ellos, De Madrid al cielo: Álbum de fotos históricas, se recogen infinidad de imágenes de Madrid imprescindibles para cualquier amante de las fotografías antiguas.

Fotografías de Urbanity que dieron origen a nuestra investigación.
(Fotos: Videa, 1935; publicadas por Juanjo en Urbanity – De Madrid al cielo...)

Con estos pocos datos de Urbanity (“Hotel de Peña Grande en Fuencarral. Foto: Videa”), iniciamos nuestra investigación por las hemerotecas.

Página de Crónica con las fotos
aparecidas en Urbanity.

No tardamos mucho en encontrar que las fotos habían aparecido en un reportaje gráfico publicado en el semanario Crónica (24-11-1935) sobre el caso de una extraña muerte acontecida en un “hotel” de Peña Grande, en aquel entonces una barriada perteneciente al término municipal de Fuencarral. El caso llamó inmediatamente nuestra atención y no paramos hasta averiguar dónde se ubicaba dicho hotel.

A estas alturas del relato, seguramente la mayoría de los lectores estén deseando saber ya qué es lo que ocurrió. No demoraremos, pues, la narración de lo que allí aconteció y dejaremos para el final del artículo el detalle de la investigación realizada para localizar el sitio exacto donde se ubicaba la casa.

El suceso.
El jueves 14 de noviembre de 1935 fallecía en una casa de Peña Grande, Fuencarral, Amparo Bravo Blanco, de cuarenta y siete años de edad, víctima al parecer de una angina de pecho. La mujer, viuda y originaria de Cantabria, había entrado a trabajar como criada en la casa sólo un día antes.

Como suele ser habitual en estos casos, el juez dictaminó la necesidad de practicar la autopsia, para lo que ordenó el traslado del cadáver al depósito judicial del cementerio de Fuencarral.

Hasta aquí, nada fuera de lo corriente. Pero ocurrió que cuando los doctores Reinoso y Cortés iban a practicar la autopsia, a pesar de haber transcurrido ya más de veinticuatro horas desde que se creyó muerta a la mujer, el cuerpo no presentaba los síntomas característicos del fallecimiento, constatándose, por el contrario, algunos signos de vida: la cara, sin demacración, mueca ni expresión cadavérica (facies hipocrática) mostraba color sonrosado y expresión de serenidad, casi se diría que sonreía; los ojos, abiertos, sin el aspecto vidrioso típico en los cadáveres, especialmente el izquierdo, que presentaba un brillo completamente normal; las pupilas, sometidas a manipulaciones mecánicas y químicas, no mostraban ninguna alteración; las extremidades inferiores estaban frías, pero en la parte superior la piel conservaba cierta temperatura a pesar del frío reinante en la estancia; la frente, mejillas, cuello, región precordial, abdomen y extremidades superiores tenían una temperatura normal; aunque las piernas estaban rígidas, los brazos y articulaciones de los dedos podían doblarse sin esfuerzo, sin el menor indicio de rigor mortis... Por todo ello, en vista de que el cuerpo no presentaba los síntomas que de acuerdo a la medicina forense permitían certificar la defunción y proceder a la autopsia y posterior inhumación, los doctores decidieron suspender la diligencia que se les había encomendado.

Sorprende que se publicaran este tipo de imágenes de la fallecida en la prensa.
Arriba, a su llegada al depósito. Enteramente, parece como si sonriera.
(Foto: Videa; Crónica, 1935; Hemeroteca BNE)
Debajo, el doctor Reinoso muestra el funcionamiento de las articulaciones sin la menor rigidez.
(Foto: Cortés; Mundo Gráfico, 1935; Hemeroteca BNE)

El misterio.
La noticia apareció en la mayoría de los diarios de la época. Espoleado por el sensacionalismo de algunos periodistas, comenzó a propagarse el rumor de que la muerta estaba viva y comenzaron a hacerse hueco toda suerte de hipótesis y cábalas sobre lo acontecido.

Por el cementerio desfilaron multitudes de curiosos, algunos de los cuales llegaron a afirmar que vieron cómo el cadáver movía brazos y piernas. Familiares allegados de la víctima declararon que años antes había sufrido un ataque similar a consecuencia del cual estuvo varias horas sin dar señales de vida, lo que dio pie a conjeturar sobre una posible catalepsia. Otros relacionaron los antecedentes con fechas, números y circunstancias de mal agüero, como que la finada había comenzado a trabajar un día 13 en que el cielo estaba plomizo y reinaba un fuerte viento... hubo incluso quien afirmaba que la muerta había resucitado.

Expectación de la prensa y curiosos en el depósito del cementerio de Fuencarral.
(Foto: Cortés; Mundo Gráfico, 1935; Hemeroteca BNE)

Fin del caso, la leyenda continúa.
El sábado 16 comienzan a disiparse las dudas. A pesar de haber transcurrido más de cuarenta y ocho horas desde la supuesta defunción, aún no son patentes todos los signos de defunción. Los ojos comienzan a vidriarse, habían aparecido algunas manchas violáceas y desaparecido toda temperatura del cuerpo, pero el color de la piel seguía siendo normal y no había signos de rigidez. Los médicos se muestran sorprendidos, pero no dudan de la muerte. De hecho, el doctor Reinoso manifestó que nunca dudó de ello y su primera impresión es que la mujer había fallecido, pero ante la falta de signos de muerte, era su deber asegurarse y esperar.

El domingo 17 por la mañana se llevó a cabo la autopsia, que certificó la defunción a consecuencia de graves lesiones valvulares. Esa misma mañana se procedió al entierro del cadáver en el cementerio de Fuencarral.

En definitiva, muerte natural por un ataque de asistolia. Parece ser que no es extraño en este tipo de muertes que ciertos fenómenos cadavéricos evolucionen más lentamente. Los médicos no dejaron de constatar, no obstante, lo extraordinario del suceso, con casi setenta y dos horas transcurridas y tan escasas señales de descomposición cadavérica. De hecho, el caso fue recogido en los Anales de la Real Academia Nacional de Medicina (1948 - Tomo LXV - Cuaderno 2).

Momento del entierro.
(Foto: Videa; Crónica, 1935; Hemeroteca BNE)

Muerta y enterrada la mujer, la imaginación popular se resistía a dar por concluido el suceso y creó su propio folletín. Contribuyó a exacerbar la imaginación popular el hecho de que la familia para la que había entrado a trabajar la fallecida apenas un día antes eran conocidos espiritistas y que algunos vecinos atribuían a la casa un halo de cierto misterio. Todo ello dio pábulo a rumores, según alguno de los cuales la mujer había sido víctima de algún tipo de acto esotérico, en el transcurso del cual cayó en estado de hipnosis (de ahí la ausencia de evidencia cadavérica durante dos días) y de ese primer sueño a la muerte.

Nada más lejos de la realidad. Ya hemos comentado anteriormente las causas naturales del fallecimiento. Nos ocuparemos a continuación de la casa.

La casa del misterio.
La casa donde ocurrió el suceso pertenecía a la familia Passapera, cuyos miembros eran, como decíamos, declarados espiritistas; lo que bastó para crear sobre la familia una leyenda de vida aislada y misteriosa en su casa de Peña Grande: casa apartada y retirada, de extrañas formas arquitectónicas y apariencia sombría, en cuyo interior se hallaban escritos unos versos satánicos. De ahí que, entre algunos de los vecinos de la barriada, la vivienda fuera conocida como “la casa del misterio”.

Ya la prensa de la época trató de disipar tal misterio. La familia Passapera era bastante conocida y respetada en Madrid por su negocio de confecciones y su apellido era de los más sonados en el mundo industrial.

El negocio de alta costura y confección de la familia Passapera fue muy duradero y bastante conocido en Madrid; no en vano, se anunciaba con frecuencia en la prensa. A la izquierda, arriba, el primer anuncio que hemos encontrado, de 1925; el de debajo es de 1928. El anuncio del centro apreció junto a un reportaje de moda, en 1929. El de la derecha, arriba, se publicó en un diario de provincias, en 1936; el del centro, es de 1952 y el de debajo, el último que hemos encontrado, de 1968.

Los propios miembros de la familia concedieron entrevistas en las que públicamente reconocían su afición espiritista, sin darle mayor importancia y sin entender que sus creencias, tan respetables como cualquier otra, se hubieran visto involucradas en el asunto. Se avinieron, además, a mostrar y dejar fotografiar su casa para enseñar a todos lo infundando de los rumores.

Arriba, el comedor de la casa cuyas paredes estaban adornadas, en trazos góticos sobre azulejos, con los versos que dieron lugar a toda clase de cábalas. Debajo, la cocina donde falleció la mujer.
(Fotos: Cortés; Mundo Gráfico, 1935; Hemeroteca BNE)

La soledad y el aislamiento que se atribuían a la casa no eran tales. Se encontraba bien visible, en un montículo a escasos cincuenta metros del tranvía. Sus extrañas formas obedecían a que fue edificada por su anterior propietario que fue quien la había construido con sus propios medios y con algunos materiales de desecho allá por los años 20 del pasado siglo. De ahí su estilo ecléctico y apariencia pintoresca pero esbelta, con arcos, capiteles y cúpulas de estilo árabe. No era en absoluto sombría y misteriosa; al contrario, era un conjunto alegre y claro desde el que había excelentes vistas a la sierra. Y los satánicos versos no eran tales, sino unos escritos por Alfredo Nistal, político socialista y masón, al parecer amigo del anterior propietario (curiosamente, hubo en Peña Grande, años después, un bar Nistal, en la c/ Joaquín Lorenzo; desconocemos si guardaba alguna relación con el Nistal anteriormente citado). El contenido, nada esotérico, era un simple homenaje a la casa construida por su amigo (La edificaste como una Alhambra, -entre la higuera y entre la vid [...]), como demuestran los siguientes versos que recogió la prensa:

Con las herrumbres, con los espinos,
con los hallazgos que hace el azar,
las viejas cosas de obscuros sinos,
y con las piedras de los caminos,
y los yesones del clavijar
has amasado tu excelso alcázar
con las herrumbres, con los espinos,
con los hallazgos que hace el azar.
Le has amasado –pan de ternura-
(pan de ternura: pan de dolor)
de tu reposo, de tu sudor,
de tu demencia, de tu cordura,
la vida ha sido la levadura.
con la constancia del soñador
le has amasado – pan de ternura-
(pan de ternura: pan de dolor).

Como suele ocurrir con rumores infundados y sensacionalismos, el paso del tiempo y la aparición de nuevos bulos fueron sumiendo nuestro caso en el olvido. El desarrollo urbanístico y la piqueta hicieron el resto, borrando todo vestigio de la finca. Y hoy, en Peña Grande, como veremos a continuación, no queda nada que recuerde lo sucedido aquel mes de noviembre de 1935.

La localización de la casa.
No ha sido fácil dar con el lugar donde se levantaba la casa de la familia Passapera. En los artículos de prensa de la época no aparecía ningún dato de localización (dirección, etc.); tan solo se mencionaba que la finca se encontraba en un montículo al lado de la vía del tranvía. Quien conozca Peña Grande y el trazado del antiguo tranvía convendrá enseguida que con estos datos no basta, pues la antigua vía del tranvía deja a su derecha una ladera a lo largo de todo su recorrido por la actual c/ de Joaquín Lorenzo. La inspección in situ, recorriendo las calles de Peña Grande y preguntando a algún antiguo vecino, también resultó infructuosa: no había ningún rastro de la misteriosa casa. Por último, la búsqueda de una relación entre la familia propietaria y Peña Grande tampoco daba resultado: los artículos sobre el caso hablaban erróneamente de la familia Pasapera, cuando en realidad resultó ser Passapera.

Tras mucho releer, hallamos por fin el dato que nos guió. En uno de los reportajes de prensa sobre el suceso, se mencionaba que uno de los miembros de la familia había dirigido el Centro Espiritualista Español y, por suerte, dimos con un artículo de 1931 sobre dicho centro en el que, ahora sí, aparecía el nombre correcto: José Passapera Fuertes.

Con estos datos, a continuación encontramos la esquela de José Passapera, que no publicamos para no resultar irrespetuosos. Allí se mencionaba que falleció en 1968 en su finca “La Esperanza” de Peña Grande. Afortunadamente, en nuestros archivos teníamos copia de algunos números de la antigua revista editada por la Asociación de Fomento de Peña Grande (entre 1928 y 1951). En uno de ellos, de 1950, topamos con el siguiente anuncio:


La casa no dejaba lugar a dudas y por fin aparecía una dirección: Ramón y Cajal, 5. Según el callejero municipal, esta calle pasó a denominarse Islas Nicobar en 1953 y desapareció en 1991, con la reparcelación iniciada a finales de los 80 para la apertura de la continuación de la Avenida de la Ilustración a su paso por Peña Grande. Pero allí estaba otra vez la revista de Asociación de Fomento, con un plano parcelario de 1930, para sacarnos del atolladero.


Trasladarlo al plano actual resultó sencillo, como puede apreciarse en las vistas aéreas que mostramos a continuación. La parcela, que limitaba al noroeste con el arroyo de La Veguilla, lo hace actualmente con la c/ Ramón Castroviejo y la continuación de la M-30 / Avda. de la Ilustración. Y al este, que limitaba con Ramón y Cajal (o Islas Nicobar), al desaparecer la calle lindaría ahora con otros edificios de viviendas con entrada por la c/ Isla Malaíta. Donde estuvo la Granja La Esperanza se encuentra hoy día un edificio nuevo de viviendas y la piscina de otro, ajenos a todo el revuelo que un día se armó a su alrededor.

(Planos: Ortofotomapa Comunidad 1975 y Ortofotomapa Comunidad 2011; Planea CM)

Vista desde la esquina de Isla Malaíta con Joaquín Lorenzo, donde puede apreciarse la pendiente del montículo donde estuvo la Granja La Esperanza.
(Foto: A. Morato, 2012)

34 comentarios:

Mayrit dijo...

¡¡¡Qué buenísimo reportaje de investigación!!! como si de una novela negra se tratara (mi género favorito), me ha enganchado hasta el final :)

Voy a poner este enlace en mi blog para que os lea más gente.

Saludos desde mi Madrid del alma,
Mayrit

Amigos de la Dehesa dijo...

Encantados de tenerte por aquí, Mayrit, y de que te haya gustado el artículo. La verdad es que la prensa de la época siguió al minuto la evolución del caso, con lo que reconstruirlo ha sido sencillo. Más complicado fue dar con la ubicación de la casa, pero con tiempo, esfuerzo y ganas todo se consigue.
Muchísimas gracias por enlazarnos desde tu blog. Toda ayuda para dar a conocer nuestra labor es siempre bienvenida. Hacemos lo propio con el tuyo y lo incluimos en nuestra de blogs recomendados.

Ricardo Márquez dijo...

Ayer puse un comentario pero no sé donde ha ido a parar. Decía que un gran trabajo de investigación, que se nota que habéis recargado pilas estas vacaciones, por cierto, bien merecidas. Vamos a tener que hablar con los jefes a ver si os dan más para que nos deleitéis con estos artículos.
Saludos

Amigos de la Dehesa dijo...

Un placer, como siempre, Ricardo, contarte entre nuestros lectores y recibir tus comentarios tan halagadores. Aunque hagamos las cosas por el placer e interés divulgativo, recibir el reconocimiento de los lectores nos motiva para seguir.

Anónimo dijo...

Efectivamente el articulo es como una novela negra, me hubiese gustado encontrarme viva a la mujer, pero eso es novela y esto investigación. Que conste que a mi la casa a pesar de ser de materiales reciclados me parece preciosa y me encanta la existencia del Bar Nistal en referencia al poeta, que curiosidades tiene Madrid. Gracias por descubrirlas para nosotros.

Amigos de la Dehesa dijo...

Gracias a ti, anónimo lector, por tu visita y el comentario. Qué duda cabe que la casa tenía su encanto; cuando menos, era singular y diferente.
Hubo un tiempo en que los alrededores de la Dehesa estaban poblados de fincas y casas de este tipo (granjas, quintas, casas de labor...) así como de otras viviendas más humildes. La mayoría se han perdido, pero aún nos quedan algunas en los barrios de Bellas Vistas, Valdeconejos y Peña Grande.

Respecto a lo del Bar Nistal, desconocemos si tuvo algo que ver con el autor de los versos; quizá algún lector pueda confirmárnoslo.

Anónimo dijo...

Sigo vuestro blog (lo tengo linkado con el mio)desde hace tiempo ,entreno y vivo en la dehesa y este articulo me ha fascinado , enhorabuena.

Amigos de la Dehesa dijo...

Gracias, Ironpeterpan, por seguir nuestros artículos, el comentario que nos has dejado y enlazarnos desde tu blog. Nos alegra que el artículo haya sido de tu agrado... esperemos que los próximos también resulten de tu interés.

Anónimo dijo...

Yo fui amiga de la hija de los Passapera, estuve en esa casa montones de veces.¡Que recuerdos!

Amigos de la Dehesa dijo...

Al hilo de un comentario reciente en otro de nuestros artículos comentábamos que Internet ha contribuido a hacer más pequeños el mundo. He aquí otra prueba de ello.
Te damos la bienvenida a este blog, anónima lectora, agradeciéndote la visita y el comentario.

Y te animamos a que nos cuentes lo que estimes oportuno acerca de esos recuerdos que comentas: sobre la casa, sobre Peña Grande... Este blog está abierto a todos los que quieran aportar testimonios que ayuden a entender cómo eran la Dehesa y sus barrios y cómo se vivía en ellos.

Anónimo dijo...

Sí, me gustaría contar muchas cosas, pero sabiendo que mi amiga y sus hermanos (su madre y sus tías, no lo se) todavía viven y no muy lejos de allí. Solo puedo decir que mi amiga era un gran persona y muy inteligente. De momento no cuento más por respeto a ella y sus hermanos.

Amigos de la Dehesa dijo...

Nuestro comentario, más que sobre personas concretas, iba dirigido a que nos contaras recuerdos de cómo era la Granja la Esperanza y el barrio de Peña Grande, lo que no tendría por qué resultar irrespetuoso para nadie. Aun así, entendemos perfectamente tus reservas. En cualquier caso, aquí tendrás siempre un espacio abierto para que cuantes todo lo que creas conveniente en el momento que juzgues oportuno.

erre dijo...

He llegado a la web de casualidad, me he puesto a leer el articulo porque me parecía interesante un caso así en el barrio, y cuando llego al final...¡Sorpresón!, la casa estaba situada justamente donde yo vivo, qué casualidad :).

Felicitaros por la página,es genial, ya teneis un seguidor más.

Amigos de la Dehesa dijo...

Bienvenido, Erre, a nuestro blog y encantados de que lo hayas encontrado interesante y de contarte desde ahora entre nuestros seguidores. Efectivamente, la vida tiene estas casualidades. Pero no hay que olvidar que Peña Grande fue una barriada importante desde los años 20 del pasado siglo; en muchos casos, los pisos nuevos y chalets se levantan sobre solares donde anteriormente hubo otras casas, granjas, etc. con lo que es posible que podamos seguir encontrando otras anécdotas y hechos curiosos.

Anónimo dijo...

Recuerdo la casa perfectamente de adolescentes con mi pandilla nos colabamos dentro a verla porque estaba abandonada

Anónimo dijo...

No sabía la historia de "la casa pasaperas" así la llamábamos y me ha encantado ahora entiendo el respeto que todos los vecinos la tenían parecía árabe con arcos miraretes, azulejos bóvedas, una casa uh señorial para la época .A mi me fascinaba

Amigos de la Dehesa dijo...

Gracias, anónimos lectores, por vuestros comentarios. Estos testimonios de primera mano ayudan a entender mejor las historias que aquí contamos y dan sentimiento a los datos de hemeroteca. Cualquier otro dato que podáis aportarnos será bienvenido (fechas, recuerdos, etc.)

Anónimo dijo...

En esa casa tambien he jugado yo de pequeño cuando estuvo abandonada

Anónimo dijo...

Como os he dicho anteriormente yo he jugado en esa casa estando abandonada y para dar mas misterio a la casa tengo que deciros que jugando descubrimos un pasadizo secreto que iba desde la casa (que estaba en un alto) hasta la parte de abajo de la finca y daba a una puerta secreta escondida detras de la hiedra que cubria un muro junto a un estanque junto al cual habia una higuera que se puede ver en la foto

Amigos de la Dehesa dijo...

Al no poner nombres, resulta difícil identificar los comentarios, saber quién puso qué y entablar una "conversación" sobre recuerdos y vivencias. Excelente, de cualquier forma, este último comentario sobre el pasadizo que contribuye, qué duda cabe, a incrementar la leyenda sobre la casa misteriosa.

Anónimo dijo...

Saludos amigos, soy el anonimo que puso 2 mensajes el dia 27-9-2015 perdon por no poner mi nombre. Me llamo Poli y he vivido en Peñachica desde 1969 hasta su desaparicion en el 2004 aprox y como os decia hemos pasado muy buenos momentos jugando en esa casa y en toda su finca. A proposito de la finca deciros que era mas grande de lo que pone en el croquis ya que llegaba desde la calle joaquin lorenzo hasta la casa y desde el arroyo a la calle isla nicobar (yo no la he conocido como ramon y cajal)

Amigos de la Dehesa dijo...

Por lo que comentas, Poli, la finca ocupaba también las parcelas marcadas con el 1 y el 3 en el plano que acompaña al artículo, es decir, hasta Joaquín Lorenzo. Y como bien indicas, y se puede apreciar en el plano, desde el arroyo hasta la calle Islas Nicobar. Es normal, por otro lado, que no conocieras esta calle con el nombre de Ramón y Cajal, pues cambió su denominación por Islas Nicobar en 1953, unos cuantos años de que llegaras a vivir a Peñachica. Por cierto, algún día tendremos que hacer un artículo sobre este barrio.

Anónimo dijo...

Hola amigos soy Poli, yo la he conocido asi o al menos asi la guardo en mi memoria. Estaba vallada en la calle joaquin lorenzo con una tapia alta y tenia una cancela de hierro, dentro en el jardin habia arboles frutales y alguna viña.No imaginais la emocion que me dio al ver la casa, nada mas verla en la foto la conoci y no sabeis cuantos recuerdos han despertado en mi memoria si supierais las veces que hemos hablado de esta casa entre familia y amigos. Mi mujer no la ha conocido y siempre que la he hablado de ella no sabia como explicarle lo bonita que era y mira por donde me habeis ayudado.Deciros tambien que cuando nosotros jugabamos en la casa no sabiamos nada de el fallecimiento de esta señora de haberlo sabido no creo que hubiesemos reunido el valor necesario para entrar (siempre se contaban historias de miedo entre nosotros para ver quien se atrevia ha hacer esto o aquello pero eran historias inventadas y mira por donde).Muchas veces he pensado la de veces que nos habremos metido en el pasadizo (cueva) y se me viene a la cabeza si eso se hubiera hundido nos habriamos quedado sepultados hasta que hubiesen hecho las obras del bloque, yo creo que ahora no lo haria ni por dinero pero ya se sabe lo que pasa con los crios. Y para acabar animaros a hacer un articulo sobre ese pueblo (aldea) llamada peñachica. Mi mas sincero agradecimiento por todo lo que habeis despertado en mi y muchas felicitaciones por la pagina AMIGOS DE LA DEHESA Un fuerte abrazo

Amigos de la Dehesa dijo...

Encantados, Poli, de que el artículo haya despertado esos recuerdos y te haya servido de ayuda; y agradecidos por tus comentarios y los detalles que has proporcionado sobre la casa, que ayudará al resto de los lectores a tener una mejor idea de cómo fue en sus últimas etapas. Esperamos seguirte viendo por aquí.

Maricarmen dijo...

Gracias por el reportaje. Enhorabuena por la seriedad y rigurosidad del mismo!
A mis primos y a mi nos ha servido para recordar la infancia en aquel barrio. Todavía tenemos en la memoria perfectamente ubicada la casa y la cueva del arroyo. De hecho hemos estado estos días comentándolo en Facebook.
Les pondré el enlace a este blog porque la parte documental de la familia nos aporta conocimiento.
Saludos

Amigos de la Dehesa dijo...

Gracias a ti, Maricarmen, por el comentario y los elogios que nos dedicas. Nos alegra que el artículo haya servido para que recordéis esos días de la infancia. Interesante lo que comentas sobre la cueva, que confirma lo que ya se ha citado anteriormente. Otro motivo más para aumentar la leyenda y el misterio de esta casa.

Luis Oliva dijo...

Muchas gracias por el trabajo tan bonito.

Amigos de la Dehesa dijo...

Encantados, Oliva, de que te haya gustado el artículo y agradecidos por la visita y el comentario. Esperamos que sigas visitándonos y encuentres otros artículos de tu interés.

Carmen dijo...

Mmi madre y su familia vivieron en una casita de la calle Islas Nicobar, recuerdo la casa que yo conocí como vaquería, y jugaba con una niña, la casa la recuerdo muy especial, con azulejos azules en la entrada, y el jardín en pendiente con arcos llenos de rosales

Amigos de la Dehesa dijo...

Gracias, Carmen, por tu comentario que confirma, como habíamos registrado en el artículo, que fue una granja/vaquería. Igualmente tu descripción concuerda perfectamente con las fotografías publicadas, donde pueden verse los arcos que comentas que conociste llenos de rosales.

Unknown dijo...

Impresionante. Conozco la zona de toda la vida pero hubo aquí muchas otras vidas antes de la mia.

Amigos de la Dehesa dijo...

Efectivamente, Ignacio, hubo en la Dehesa de la Villa y sus alrededores muchas vidas y muchas historias antes de las nuestras propias. Hemos tratado aquí de recoger algunas de ellas para disfrute y recuerdo de nuestros convecinos y esperamos poder seguir rescatando muchas más. Te quedamos agradecidos por la visita y tu comentario.

Anónimo dijo...

Qué siniestro... me recordó "La verdad sobre el caso del señor Valdemar" de E. Allan Poe... y si bien en el caso del relato es eso, una fabulación muy bien entrelazada con el mesmerismo (que más tarde daría lugar a la hipnosis), no es casualidad que la citada falleciera de repente llevando en esa casa tan solo un día, y que sus propietarios dedicaran su tiempo a ocupaciones tan sumamente inapropiadas; al margen de creencias religiosas que proscriben el contacto humano con los espíritus de fallecidos por medio de rituales de muy diverso tipo, ya solo desde un punto de vista psiquiátrico es fuente de gravísimos transtornos con efectos permanentes, que en muchos casos, conduce a tentativas de suicidio.

En un tono menos serio y más alegre, muy buena investigación; muy interesante

Fer dijo...

en los años posteriores pudo pasar a llamarse coloquialmente "la casa blanca" del barrio de peñagrande?

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